Los Libros Deuterocanónicos

¿APÓCRIFOS O INSPIRADOS POR DIOS?

Con esta pregunta quiero que me acompañes en el estudio de las diferencias que existen entre la Biblia católica y la protestante; en el Nuevo Testamento no encontramos diferencia alguna, sino que es en el Antiguo donde encontramos 7 libros más en la versión católica: Tobit, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, 1ª y 2ª de Macabeos, además de adiciones a otros libros, como Daniel 3. 24-90 y los capítulos 13 y 14, y algunas al libro de Esther .

¿Por qué esta diferencia de libros?, ¿cuál es el objeto de la exclusión por parte de los protestantes?, ¿por qué se les conoce por este nombre?

En primer lugar, hablaré de su origen; estos siete libros fueron creados entre el 200 y el año 30 A.C. La mayoría de ellos fueron escritos en griego, idioma que, en aquel entonces, era el más utilizado. Estas dos circunstancias contrastan con el resto del Antiguo Testamento, pues todos sus libros fueron escritos en hebreo y, por otro lado, los judíos no reconocen a estos libros una inspiración divina, puesto que no fueron escritos por profetas de Dios, pues en la época histórica en la cual fueron creados, ya no existía profeta vivo, es decir, después de la vida de Esdrás y Malaquías, tal y como se reconoce en 1ª de Macabeos 9.27 «Tribulación tan grande no sufrió Israel desde los tiempos en que dejaron de aparecer profetas«.

Pero no quiere decir esto que no fueran conocidos por el pueblo hebreo. En este punto, tenemos que hablar del Rey Tolomeo de Alejandría; éste fue conocido por su afán de reunir todo el saber del mundo antiguo. Con este propósito, reunió a 70 judíos para que tradujeran al griego y compendiaran todo los libros de carácter religioso del pueblo hebreo. En este compendio, además de todo el Antiguo Testamento, fueron incluidos los 7 libros en cuestión. Por esta circunstancia son también denominados «septuaginta», en honor a estos 70 judíos.

Esta es una primera de las circunstancias por las que debemos de replantearnos si son verdaderamente inspirados por Dios, puesto que si el propio pueblo de Dios no los incluyó dentro de los libros del Antiguo Pacto, ¿por qué debemos de tomarlos nosotros?. El pueblo judío los denominaba «apócrifos», es decir, no reconocidos, pues dudaban de su inspiración divina.

Es dentro de los propios libros donde vemos que carecen de una de la principales fuentes para entender que algo es inspirado por Dios, pues no aparece ninguna de estas frases: «Así dice Jehová», «Vino a mí palabra de Jehová», «Habló Jehová a…» y por el contrario expresan su inspiración humana, tal y como aparece en 2ª de Macabeos 15.37-38 «…Y yo termino aquí mi narración.Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer «.

Claramente expresa que es de propia creación, pues no habla para nada de inspiración divina. Asimismo, en el prólogo del libro Eclesiástico, habla el nieto del escritor en estos términos: «… Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús.

En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley». Expresa claramente que su abuelo quiso realizar un libro didáctico, para ayudar al conocimiento de la Ley, pero no expresa para nada algún tipo de revelación, sino que es escrito basándose en el conocimiento adquirido, por su experiencia, de la primera.

Tras esto, debemos ver si en los escritos del Nuevo Pacto, es decir, en el Nuevo Testamento, aparece alguna referencia a estos libros, pues, como hemos visto, eran conocidos por el pueblo judío y por lo tanto conocidos por el propio Jesucristo, los evangelistas, Apóstoles y el propio Pablo. Tenemos que dar una respuesta negativa; en el Nuevo Testamento, que se basa en la versión griega, es decir, la «Septuaginta», se citan todos los libros del Antiguo, excepto 4 de los profetas menores y los apócrifos. Punto este que añade incertidumbre a su inclusión dentro del Antiguo Testamento.

Otro añadido a su exclusión lo encontramos en las listas de libros considerados como de inspiración divina; hasta el año 395 D.C., encontramos 11 listados y en ninguno de ellos hace referencia a los apócrifos, e incluso en el concilio de Laódicea (363 D.C.) se prohíbe expresamente la lectura de estos libros en las iglesias. Todo se basa en el compendio de libros del Antiguo Testamento que hace el pueblo judío, pues en el año 90 D.C., en el sínodo de Jamnia, sólo se reconocen como canónicos, es decir, inspirados por Dios, los 39 libros que integran el Antiguo Testamento.

Es por «San Jerónimo» por lo que conocemos a estos libros como «Deuterocanónicos», pues en su versión de la Biblia, llamada la «Vulgata», protestó la inclusión de tales libros, aunque al final cedió a dicha presión, dejándolos aparte, pues los consideró de segundo rango, a diferencia de los «Protocanónicos» o de primer rango. No fue hasta el concilio de Trento, en el año 1546, cuando supuso su definitiva inclusión dentro de la Biblia católica.

¿Por qué se tardó tanto tiempo en integrarlos dentro de la Palabra de Dios si, supuestamente, estaban inspirados por Él?, ¿por qué este cambio de parecer?

La respuesta la encontramos en la Reforma; en toda Europa estaba surgiendo un movimiento contrario a la doctrina oficial de la «Iglesia Católica» que después fue conocido como protestantismo. Este movimiento nació como protesta a ciertas prácticas religiosas que carecían de base bíblica para su aceptación. Demostraba este movimiento que la «Iglesia» se apartaba claramente de la Palabra de Dios, por lo tanto reivindicaban la vuelta al Evangelio de Cristo.

La «Iglesia Católica», lejos de volver al verdadero Evangelio, emprendió un paso adelante en sus tradiciones y es en el Concilio de Trento donde se establece el «Dogma de Fe» de igualar la propia tradición de la Iglesia a la Palabra de Dios.

Pero la «Iglesia» tenía que justificar de alguna manera el uso de tradiciones religiosas tales como la oración por los muertos, el purgatorio, el perdón de los pecados por la realización de buenas obras. Esta justificación la encontró en los libros deuterocanónicos.

  • A continuación detallaré versículos donde encontramos estas justificaciones:

2ª de Macabeos 12.45 «Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos.Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado». Justifica el orar por los muertos.

Tobit 12.9 «Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida«. El perdón de los pecados gracias a las limosnas.

2ª de Macabeos 15.12-16 «La visión era esta:… se trataba de un personaje de la más alta autoridad.Onías tomó la palabra, y dijo: «Este es Jeremías, el profeta de Dios, el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa.»Jeremías extendió la mano derecha, le dio a Judas una espada de oro y le dijo:»Toma esta espada santa, que Dios te da; con ella destrozarás a los enemigos.»». Aquí vemos otra creencia religiosa católica y es que los muertos (pues Jeremías estaba en el Cielo), pueden interceder por los vivos, justificando así la oración a los «Santos».

  • También en estos libros aparecen contradicciones a la Palabra de Dios:

Tobit 6.4-9 «El ángel le dijo: Ábrelo y sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos. Son un remedio muy útil. … Entonces el muchacho preguntó al ángel: Amigo Azarías, ¿para qué sirven de remedio la hiel, el corazón y el hígado del pescado? Él contestó: Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo, si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. Y cuando una persona tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos, queda sana«. Apoya aquí la práctica de los curanderos.

Tobit 8.1-3 «Cuando terminaron de cenar, decidieron ir a acostarse. Llevaron al muchacho a la habitación. Tobías se acordó entonces de lo que le había dicho Rafael. Sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pescado, y los puso sobre las brasas en las que se quemaba incienso. El olor del pescado no dejó acercar al demonio, y este salió huyendo por el aire hasta la parte más lejana de Egipto. Rafael fue y lo encadenó allá, y volvió inmediatamente«. Otra práctica pagana y de brujería.

2ª de Macabeos 14.41-42 «Las tropas estaban ya a punto de tomar la torre donde se encontraba Razís, y trataban de forzar la puerta de fuera, habiendo recibido órdenes de prender fuego y quemar las puertas, cuando Razís, acosado por todas partes, volvió su espada contra sí mismo, prefiriendo morir noblemente antes que caer en manos de aquellos criminales y sufrir injurias indignamente«. Da validez al suicidio, no condenándolo.

Judit 9.13 «Dame palabras para poder engañarlos y causarles el desastre y la muerte, pues tienen planes perversos contra tu alianza, contra el templo consagrado a ti, contra el monte Sión y contra la ciudad que es hogar y propiedad de tus hijos«. Dios es la verdad, nunca justifica la mentira y menos la inspira, por lo que este texto enseña algo contrario a la Palabra de Dios.

Sabiduría 11.17 «Tu mano omnipotente, que de la materia sin forma creó el mundo«. Según el Génesis Dios crea el mundo de la nada, sólo con su Palabra.

Eclesiástico 12.6-7 «También Dios aborrece a los malvados y les dará su castigo. Debes dar al bueno, pero no al malvado; da alivio al afligido, pero no des nada al orgulloso«. Contradice claramente el mandato divino de amar a nuestros enemigos y no tiene en cuenta la misericordia divina. A nosotros no nos es permitido juzgar si una persona es buena o no, todo el juicio le pertenece a Dios.

  • También encontramos numerosos errores históricos. Ponemos estos a modo de ejemplo:

Judit 1.1 «Cuando Nabucodonosor estaba en el año doce de su reinado sobre los asirios en Nínive, su capital«. Está demostrado y documentado que Nabucodonosor nunca fue rey de Asiria sino de Babilonia, aunque conquistó este reino nunca trasladó su capital a Nínive.

Baruc 1.1-2 «Este es el libro que Baruc, hijo de Nerías y descendiente de Maaseías, Sedequías, Hasadías e Hilquías, escribió en Babilonia el día siete del mes del año quinto después que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.«. Crea contradicción con el libro de Jeremías, que afirma claramente que Baruc no estaba en Babilonia, sino en Egipto: «Por el contrario, Johanán y todos los jefes militares reunieron a la poca gente de Judá que aún quedaba … incluyendo a Jeremías y a Baruc. Sin hacer caso de la orden del Señor, todos ellos se fueron a Egipto y llegaron hasta la ciudad de Tafnes.» (Jeremías 43.4-7)

Como conclusión debemos pensar que estos libros, cuyos autores reconocen su propia autoría y no la inspiración divina, que contienen errores históricos, prácticas paganas, contradicciones con la Palabra inspirada por Dios, y que no fueron nunca reconocidos por los maestros judíos, Jesucristo, Apóstoles y «Padres de la Iglesia», que los consideraban como de «segundo orden», no debieron ser admitidos en la Biblia con el mismo rango que el resto de libros del Antiguo Testamento.

Toda la Palabra de Dios está inspirada por Él, si en estos libros hay errores y contradicciones, debemos pensar que no son Palabra de Dios puesto que Él no yerra.

Por lo tanto, todas las prácticas que encuentran su justificación en estos libros, no son válidas.


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