¿Por qué el Mesías habría de llamarse Emmanuel?

¿Qué significa Emmanuel?

La expresión Emmanuel aparece específicamente en el libro del profeta Isaías, en el capítulo 7 y verso 14: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”.

Luego en el Evangelio de Mateo leemos, 1:22 – 23 dice: Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre “Emanuel”que significa: “Dios con nosotros”.

La palabra Emmanuel es una palabra hebrea que, tal y como lo indica el evangelio de Mateo, significa Dios con nosotros o con nosotros está Dios. El nombre Emmanuel es un nombre propio de simbolismo mesiánico, aplicado a Jesús en su nacimiento. Ahora bien, conozcamos un poco de la historia y el momento en el que acontece esta profecía.

Según Isaías 7, Acaz, rey de Judá (año 735 a.d.C.), se hallaba en serios aprietos con motivo de la amenaza de guerra con Rezín, rey de Siria, y Remalías, rey de Israel, quienes se habían aliado para tomar a Jerusalén. Acaz se mostraba sumamente temeroso, por lo que Dios envió a Isaías para confortarlo. El profeta dijo al rey que pidiera una señal, pero este no lo hizo.

Fue entonces cuando el profeta le anunció que Dios mismo le daría señal: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Dios prometió liberar a Acaz dentro de un tiempo breve, el que necesitaría ese niño para alcanzar la edad de discernimiento entre lo malo y lo bueno. El rey, sin embargo, debía confiar en la palabra de Jehová.

El término hebreo, alma, de Isaías 7:14, traducido al castellano por Virgen, se ha interpretado de diversas maneras. Significa, propiamente, “mujer no casada”. La señal consistía, pues, en que ese niño nacería de una virgen y su nacimiento significaría la presencia de Dios para dar libertad. Es evidente que la promesa involucrada en la señal no tuvo cumplimiento inmediato y literal, pues el rey Acaz busco la ayuda del rey de Asiria. Y la promesa quedó para el remanente de Emanuel, en quien hallarían su esperanza y salvación. Ningún otro, sino nuestro Señor Jesucristo, habría de ser Emanuel.

El nombre Jesús:

No es, estrictamente, un título. Es un nombre con significado, una forma del griego de “Josué”, que quiere decir’Yahvéh es salvación. Para los judíos el nombre Jesús era muy común. Los escritores neotestamentarios conocían bien este significado Mateo 1:21, pero veamos bien y analicemos los versos del 19 al 23 del evangelio de Mateo en su capítulo 1: José, su marido, como era justo y no quería difamarla, quiso dejarla secretamente.

Pensando él en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es, engendrado del Espíritu Santo, es.

Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Emanuel (que significa: “Dios con nosotros”).

¿Quién dio la orden de llamarle Jesús? Fue Dios mismo. La cita Dice: Un ángel del Señor, se le apareció, ¿a quién se le apareció? A José, y le indica, dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. ¿Y qué significa Jesús? “Jehová es Salvación”. Por lo tanto, este nombre indicaba la función que se le atribuía a Jesús, lo que más tarde encontró con la expresión en el título Salvador.

La duda sigue siendo ¿Por qué ha de llamarse Emmanuel?

Porque en Jesús se cumplía la divinidad de ese Dios habitando en medio de ellos. Jesús era ese Dios con nosotros, quien venía para salvar al mundo, a quien luego se le llamó el Cristo, que significa Ungido.

En realidad fue el Ungido de Jehová, quien vino a salvarnos de condenación, aquel Jesús de Nazaret, quien fue menospreciado por los suyos. Lucas 4:22 dice: Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José?

Viendo el texto anterior observamos que la gente no le veía como El Dios con nosotros o Dios en medio de ellos (hablando de esta cita de Lucas) porque la gente se decía ¿No es este el hijo de José? Si observamos el verso 21 dice: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (Lucas 4:21). En pocas palabras Jesús les dice, la escritura se ha cumplido entre vosotros al verme hoy aquí, pero la gente le veía no como el Hijo de Dios, sino como el hijo de José. En este mismo capítulo leemos que luego le echaron fuera de la ciudad, y que le llevaron a la cumbre para matarlo; sin embargo, el paso en medio de ellos.

En Resumen, el Emmanuel, Dios con nosotros, vino a este mundo en forma humana, cobro vida como todo ser humano, y se le conoció como Jesús, El Salvador del mundo. Esta era la principal función de Jesús en esta tierra, venir y ofrecerse como el verdadero, único y real sacrificio para expiación de los pecados de la humanidad.

Jesús era y sigue siendo el Emmanuel, Dios con nosotros. El Mesías es Dios, y Mesías significa Ungido, y el Ungido es el Cristo, Jesús, el Salvador del Mundo, quien habito en medio de nosotros humanamente, haciendo realidad el Emmanuel Dios con nosotros. Esta deidad sigue cumpliendo ese papel importante en medio nuestro.

El Ungido sigue salvando y sigue habitando en medio de nosotros. Los judíos creían que el Mesías o Enviado de Dios los libraría de la dominación extranjera. Pero la misión que traía Jesús era el de librarlos de dominación del pecado y el yugo de Satanás. Tal y como ocurre el día de hoy, Él sigue haciendo esa obra redentora. Salvando al hombre de la opresión y yugo de Satanás.

¿Cómo es que si Jesús es Dios, no sabía el día ni la hora en que regresaría en su segunda venida?

Esta pregunta viene en referencia a la cita de Mateo 24:36: Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre.

Nadie sabe; el día y la hora no son revelados. Cualquier intento de señalar el día y la hora de su venida fracasará y tal esfuerzo se opone a las palabras del Señor.

Ni el Hijo. Jesús voluntariamente abandonó el ejercicio de sus atributos divinos durante su vida y ministerio terrenal (Juan 8:26–29; Filipenses 2:5–8), y aunque continuó siendo Dios, Él obró dentro de las limitaciones corporales de su humanidad. En su deidad, Cristo es omnisciente (Mateo 16:21; 20:17–19; Juan 2:24–25; 4:17–18; 13:38) y en Apocalipsis, el Cristo exaltado y glorificado le da información detallada a Juan acerca del momento de su regreso.

Los verdaderos cristianos deben vivir como en vela, puesto que el día del Señor ha de venir como ladrón por la noche. Deben esforzarse por estar siempre alerta, y vivir como el centinela de un ejército en tierra enemiga. El siguiente texto tomado de una de las epístolas de San Pablo merece meditarse: “No durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios.”

Jesús sí lo sabía y lo sabe, puesto que él es Dios, pero ese abandono voluntario del ejercicio de sus atributos divinos. Dio la pauta para hacernos creer o pensar e incluso dudar de la divinidad de Jesús.

Los discípulos pudieron estar muy inquietos acerca del tema, y Jesús calla lo que a todas luces sus discípulos querían saber (el día y la hora). Pero ese ministerio de servicio, y sujeción al Padre, le muestran como aquel siervo que debe guardar discreción sobre asuntos muy delicados, asuntos dignos de confianza. Y que solo pueden ser confiados a aquellos siervos, que saben refrenar su lengua, mostrándose humildes y discretos. Y no jactándose de saber todo, puesto que se deben al servicio de alguien superior.

Hay secretos profesionales que se deben guardar, no se pueden revelar. Si alguno es sorprendido revelando secretos profesionales, merece la cárcel. Puesto que se ha guardado bajo juramento el mantener esa discreción. Jesús es ese ejemplo de vida, que no se le escapó ningún detalle en nada para darnos ejemplo en todo.


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