¿Reconoceré a mi familia en el cielo?

¿Te has preguntado si reconocerás a tus seres queridos en el más allá? Descubre qué dice la biblia sobre la vida después de la muerte y cómo lidiar con la pérdida en este artículo sobre el tema.

La pérdida de un ser querido es una de las experiencias más difíciles de afrontar. Y si bien la idea de la vida después de la muerte puede ser reconfortante, también puede generar dudas e incertidumbre sobre lo que realmente sucederá. Una pregunta que muchas personas se hacen es si alguna vez ¿volverán a ver a sus seres queridos en el cielo?

¿En el cielo estaremos como familia? Es decir: ¿Mi mamá, seguirá siendo mi mamá, y me va a reconocer como su hija? Jesús respondió a una pregunta hecha por los Saduceos, acerca de una mujer que había estado casada varias veces en su vida. Jesús respondió: “Porque en la resurrección ni se casarán, ni se darán en casamiento, si no serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22:30). 

Vamos a tomar la cita del evangelio de Mateo capítulo 22 y versos del 23 al 32: (esto con el fin de entender el contexto del mismo)

Aquel día se le acercaron unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo: 24 —Maestro, Moisés dijo: Si alguno muere sin tener hijos, su hermano se casará con su mujer y levantará descendencia a su hermano. 25 Había, pues, siete hermanos entre nosotros. El primero tomó mujer y murió, y como no tenía descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera sucedió también con el segundo y el tercero, hasta los siete. 27 Después de todos, murió también la mujer.

28 En la resurrección, puesto que todos la tuvieron, ¿de cuál de los siete será mujer? 29 Entonces respondió Jesús y les dijo: —Erráis, porque no conocéis las Escrituras, ni tampoco el poder de Dios; 30 porque en la resurrección no se casan ni se dan en casamiento, sino que son como los ángeles que están en el cielo. 31 Y acerca de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios? 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

Primero: Los Saduceos eran un grupo religioso en los tiempos de Jesús. Este grupo religioso no creía en la resurrección. Con la intención de tentar a Jesús, se acercaron de tal manera que intentaron confundirlo públicamente con esta pregunta complicada. Los saduceos querían demostrar lo absurdo que era la doctrina o enseñanza de Jesús con respecto a la resurrección y de la vida venidera o la vida eterna

Nótese desde el principio lo absurdo y sensual que era la pregunta, una mujer casada siete veces, siete maridos; ¿Con cuál de los siete estaría en el cielo en la resurrección? Ahora bien, aunque la pregunta pareciera absurda; también tenía sentido, porque los Saduceos solo se apegaban al Pentateuco; y hacen referencia a la “ley del levirato”, que ordenaba que si un hombre moría sin dejar hijos, su hermano o pariente más cercano debía casarse con la viuda y tener con ella descendencia, que sería contada como si fuera familia del difunto o pariente ya fallecido.

La cita de referencia se encuentra en Deuteronomio 25: 5 – 10. Y es el verso 5 que hace referencia a este tema: “Si unos hermanos viven juntos y muere uno de ellos sin dejar hijo, la mujer del difunto no se casará fuera de la familia con un hombre extraño. Su cuñado se unirá a ella y la tomará como su mujer, y consumará con ella el matrimonio levirático.

Es por ello que Jesús les contesta: “Erráis porque no conocéis las escrituras”. Y Jesús les recuerda, o les trae a memoria la cita de Éxodo 3:6:” Yo soy el Dios de tus padres: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Estas fueron las palabras que Jehová le dijo a Moisés en la zarza. Y Jesús añade al final: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”.

Dos siglos hacía que Jacob, el Último de los tres, había muerto y había sido llevado al sepulcro; y, sin embargo, Dios los mencionó como si todavía estuviesen vivos, y él fuese su Dios. No dijo, “Yo era el Dios Abraham” etc., sino que se presentó como, “Yo soy el Dios de Abraham”.

Jesús manifestó que aunque los hombres tuvieran un cuerpo material, la constitución y necesidades consiguientes de este serían muy distintas de lo que son ahora. “En la resurrección, ni se casan, ni se dan en casamiento; más son como los ángeles de Dios en el cielo.”

Serán los mismos cuerpos que tenían antes de su muerte, pero libres de todas las funestas consecuencias del pecado.

¿Cómo nos veremos en el cielo? ¿Seguiremos el mismo rol familiar, conyugal o paterno? Como vimos anteriormente; “seremos como los ángeles” “no se casan ni se dan en casamiento”. Es decir: Los ángeles de Dios en el cielo gozan de inmortalidad, bienaventuranza, y perfección de pureza. Por lo tanto, en el Cielo no perderemos la memoria de quienes éramos cada uno en la tierra, yo sabré quién era mi padre, mi esposa, mis hijos, etc.

Ahora bien, no será el mismo trato, es decir, no nos llamaremos hijos, ni padre, ni esposa, pero nos amaremos con un amor mucho más fuerte que en la tierra. ¿Por qué hablo de que tendremos conciencia de lo que ocurrirá en el cielo y que nos reconoceremos?

Recordemos el relato de Lucas 16:24, dice: “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” Observemos como el rico reconoce a Lázaro, el rico estaba en el Hades, y reconoció a Lázaro que estaba en el ceno de Abraham. Es más, se da un diálogo aquí muy interesante. Pero el punto de énfasis será el grado de conciencia y de reconocimiento de nuestros semejantes en el cielo.

Para concluir: en el cielo estaremos bajo el poderío total y absoluto de Dios, gozáremos y disfrutaremos de su presencia plena y total.

Es por ello que se hace indispensable, hablarles del amor de Cristo a nuestros semejantes. Y especialmente a nuestra familia, nuestros padres, hermanos, tíos, abuelos, etc.

Viene un tiempo distinto en donde unos resucitarán para condenación y otros para vida eterna. Es triste pensar que nuestros familiares y amigos sufrirán un castigo eterno, Hablemos hoy que es el día aceptable de Dios para ellos y que puedan reconocer al único y verdadero Dios como su salvador y puedan gozar de esta bendición, de ser parte de quienes estaremos en el cielo.


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