Este artículo reflexiona sobre la carta a Laodicea en el Apocalipsis, analizando por qué la tibieza espiritual es rechazada por Cristo y la importancia de un compromiso radical con la fe cristiana.

La carta a la iglesia de Laodicea, escrita en el Apocalipsis, plantea dos preguntas fundamentales sobre la fe cristiana que invitan a la reflexión profunda. La primera pregunta es: ¿por qué es peor ser tibio que ser frío? En la carta, Cristo no desea que sus seguidores sean fríos ni tibios, pero parece expresar un repudio particular hacia la tibieza.
La segunda pregunta plantea una reflexión sobre en qué consistía la tibieza de los laodicenses, y cómo su actitud hacia el confort material y la autosuficiencia se convirtió en un obstáculo para vivir auténticamente su fe. A través de estas preguntas, se abren discusiones sobre la neutralidad, la responsabilidad cristiana en el mundo y el carácter radical de la llamada a seguir a Cristo.
Tibieza o Definición Radical
El contraste entre ser «caliente», «frío» o «tibio» en el texto bíblico no hace referencia a grados de fervor religioso, sino a la falta de compromiso claro. Laodicea, conocida por su riqueza y prosperidad, se encontraba cómoda en su situación social y económica, lo que los llevó a una actitud de indiferencia espiritual.
El versículo 17 de Apocalipsis 3 describe a los laodicenses como ricos y satisfechos, lo que puede parecer en principio algo positivo. Sin embargo, esta complacencia se convierte en un peligro para la vida cristiana. El problema no es la riqueza en sí misma, sino la actitud que surgía de ella: una falsa autosuficiencia que los hacía espiritualmente ciegos. El Señor prefiere que sus seguidores sean decididos, ya sea a favor o en contra, porque la tibieza representa la falta de dirección, un estado de indefinición que refleja la incapacidad de tomar una postura clara frente a los desafíos del mundo y la vida cristiana.
La Neutralidad en el Mundo Contemporáneo
Hoy en día, muchos cristianos buscan refugiarse en la neutralidad, especialmente cuando se enfrentan a cuestiones éticas, políticas o sociales complicadas. Este deseo de «no tomar partido» a menudo se ve como una forma de evitar el conflicto, sin embargo, desde una perspectiva cristiana, la neutralidad no es una opción. Tal actitud es comparable a la que muchos adoptaron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando figuras como Dietrich Bonhoeffer fueron llamados a tomar una postura frente al régimen de Adolf Hitler.
Bonhoeffer, contrario a sus amigos que le aconsejaban no involucrarse, entendió que como cristiano debía tomar una decisión activa y responsable, lo que finalmente le costó la vida. La historia nos enseña que, cuando se trata de temas fundamentales de justicia, moral y fe, la inacción o el evitar tomar una postura clara puede ser tan perjudicial como la acción errónea misma.
La Llamada a una Elección Radical
La actitud de Cristo ante los tibios es clara: Él quiere que seamos fervientes, comprometidos con Él, y dispuestos a tomar una postura firme. En la vida cristiana no hay espacio para el «todo lo contrario», un estado de inacción donde no se defiende ni la verdad ni la justicia. A lo largo de la historia, figuras como Josué y Elías enfrentaron a su pueblo con la misma exigencia: “¡Escoge hoy!” No puede haber ambigüedad en cuanto a la fe y la lealtad a Dios. El cristiano es llamado a tomar decisiones claras y valientes, incluso si estas decisiones implican una confrontación con la sociedad o con el poder establecido. Jesús mismo nos mostró que la fidelidad a la verdad y a la justicia es un compromiso radical que no admite compromiso con el mal.
La Vocación Política de los Cristianos
El mensaje de la carta a Laodicea no solo trata de una decisión personal y espiritual, sino también de la responsabilidad cívica y política que los cristianos deben asumir en su contexto histórico. El Apocalipsis muestra una visión de los creyentes como «reyes y sacerdotes» llamados a gobernar con Cristo. Este gobierno no es un poder absoluto al estilo de las dictaduras humanas, sino un poder compartido y participativo, donde el cristiano tiene un rol activo en la construcción de un orden justo y pacífico.
La fe cristiana no es ajena a las cuestiones políticas y sociales; al contrario, está llamada a transformar el mundo según los principios del Reino de Dios. En este sentido, la neutralidad o la complacencia con sistemas injustos se convierten en actitudes condenables. Ser cristiano implica tomar responsabilidad por el bienestar de la comunidad y luchar por un orden que refleje la justicia divina.
Un Llamado a la Responsabilidad Radical
Finalmente, la llamada de Cristo en el Apocalipsis es una invitación a vivir con una visión escatológica, es decir, a vivir como si el Reino de Dios ya estuviera presente y, al mismo tiempo, esperando su consumación final. Esta perspectiva hace que los cristianos no puedan conformarse con las estructuras de poder y los sistemas de este mundo que no reflejan los valores del Reino de Dios.
En este sentido, la escatología cristiana no solo nos da esperanza para el futuro, sino que nos exige una acción radical en el presente. Si somos llamados a reinar con Cristo, debemos vivir de acuerdo con ese destino prometido, promoviendo la justicia, la paz y la verdad en todas las áreas de la vida.
En conclusión, la carta a Laodicea desafía a cada cristiano a reflexionar sobre su compromiso con Cristo. La tibieza espiritual, representada por la complacencia con el mundo y su indiferencia hacia los principios divinos, es una postura que Cristo rechaza. Nos llama a una acción decidida, a vivir con responsabilidad política, social y moral, y a no permitirnos ser arrastrados por la neutralidad o el conformismo. Ser cristiano es vivir como una contracultura, siempre dispuestos a confrontar los sistemas de injusticia y a construir el Reino de Dios en la tierra.
Basado en el escrito de Juan Stam.
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