El caso de Zoraya ter Beek, una joven que eligió la eutanasia debido a problemas de salud mental, nos confronta con la complejidad de la eutanasia y el valor de la vida desde una perspectiva teológica. Exploramos los errores en la toma de decisiones éticas y la importancia de la fe en la búsqueda de esperanza.

En mayo de este año, el nombre Zoraya ter Beek, fue noticia en muchos medios de comunicación. Zoraya ter Beek, una joven de 29 años que, a pesar de estar físicamente sana, decidió terminar su vida mediante el suicidio asistido debido a problemas de salud mental.
El caso de esta joven, de 29 años, nos muestra las complejidades que rodean la salud mental y el derecho a morir. Zoraya una mujer holandesa, eligió la eutanasia como su último recurso después de una prolongada batalla contra la depresión, el autismo y el trastorno de la personalidad límite.
Este hecho es profundamente perturbador desde una perspectiva teológica. El caso de esta joven, nos lleva a reflexionar sobre el valor de la vida humana, y los errores humanos en la toma de decisiones éticas y morales.
El valor inherente de la vida
Desde la perspectiva cristiana, la vida es un don divino. Solo Dios tiene el poder o la autoridad para darla y quitarla. Esta afirmación se basa en varios principios y pasajes bíblicos que subrayan la soberanía de Dios sobre la vida y la muerte. Job 1:21 «Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová». Este pasaje subraya la soberanía de Dios sobre la vida y la muerte, reafirmando la visión de que la vida humana es sagrada porque es un regalo del Creador.
La Biblia ofrece una base sólida sobre el valor de la vida. En Génesis 1:27, leemos que «Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó». Este versículo nos deja claro que cada ser humano tiene un valor intrínseco y una dignidad inherente, ya que todos somos portadores de la imagen divina.
El Salmo 139:13-14, se reconoce la mano de Dios en la formación de la vida humana: «Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien». Este pasaje celebra la complejidad y la maravilla de la creación humana, destacando que la vida comienza con un acto intencional y amoroso de Dios.
Martín Lutero sostuvo que la vida humana es un reflejo de la bondad de Dios y que cada persona tiene un propósito divino.
Dietrich Bonhoeffer, teólogo y mártir alemán, también enfatizó la sacralidad de la vida humana en su obra «Ética». Bonhoeffer argumentó que la vida humana no puede ser medida por su utilidad o eficiencia, sino que debe ser valorada por su relación con Dios. Según Bonhoeffer, el respeto por la vida humana es un mandato divino que refleja la naturaleza amorosa y justa de Dios.
El Error Humano en la Decisión de la Eutanasia
El acto de terminar con una vida, ya sea a través del suicidio asistido, el aborto, la eutanasia o cualquier otra forma, es una usurpación de la autoridad divina. Desde una perspectiva cristiana, tales acciones son moralmente incorrectas porque violan el mandato divino de respetar y proteger la vida.

El caso de Zoraya ter Beek nos invita a considerar los errores humanos en la evaluación de la condición y el tratamiento de los individuos con enfermedades mentales. La Biblia reconoce la falibilidad humana en Proverbios 14:12: «Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte».
Los profesionales que declararon que no había más tratamiento posible para Zoraya, y que su sufrimiento era «insoportable sin perspectivas de mejora», pueden haber actuado con la mejor intención, pero su juicio fue claramente limitado y erróneo.
La perspectiva bíblica nos enseña que, aunque los seres humanos son limitados y propensos al error, siempre hay esperanza y posibilidad de redención. En Jeremías 29:11, Dios declara: «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis».
La vida humana está llena de altibajos, de momentos de alegría y periodos de profunda oscuridad. Sin embargo, en la teología cristiana, se sostiene firmemente que incluso en los momentos más oscuros, Dios tiene un plan de esperanza y futuro para cada individuo.
Desesperación y Decisión
La falta de esperanza y la soledad existencial convergen para crear un terreno fértil para la desesperación. En esta desesperación, la idea del suicidio o la eutanasia, parecen ser una salida viable para escapar del dolor insostenible.
La sensación de aislamiento profundo y desconexión del mundo, es otra realidad que enfrentan muchas personas sin fe en Dios. Esta soledad puede intensificarse en momentos de crisis, arrastrándolos a un estado de desesperación profunda.
Viktor Frankl, un famoso neurólogo y psiquiatra, y sobreviviente del Holocausto, argumentó en su obra «El hombre en busca de sentido» que el sentido y propósito son esenciales para la supervivencia humana. Según Frankl, incluso en las circunstancias más extremas, aquellos que encontraban un sentido a su sufrimiento eran capaces de resistir y encontrar esperanza.
La ausencia de Dios y de un sentido de esperanza y propósito puede llevar a la toma de decisiones más erróneas y fatales. Dios tiene un plan de bienestar y futuro para cada individuo. Por ello es importante reconocer que sin Dios en nuestra vida, estamos perdidos.
En los momentos de desesperanza, la fe en Dios ofrece un ancla firme.
Mateo 11:28-30 «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga».
Jesús invita a todos los que están agobiados a encontrar descanso en Él, ofreciendo alivio y paz para el alma.
Una alma abatida encuentra el ánimo y esperanza en Dios. Salmo 42:11 «¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.»
Dios es la solución para la desesperanza. A través de las Escrituras, Él ofrece promesas de consuelo, presencia, fortaleza y un futuro lleno de esperanza.
Conclusiones
Desde una perspectiva teológica, el caso de Zoraya ter Beek es un claro ejemplo de los peligros y errores inherentes en la legalización y práctica del suicidio asistido, especialmente en casos de enfermedades mentales.
La comunidad cristiana debe redoblar sus esfuerzos para ofrecer apoyo espiritual, emocional y práctico a aquellos que sufren de enfermedades mentales. Debemos recordar las palabras de Romanos 8:38-39: «Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Estas palabras nos reafirman en la esperanza y el amor incondicional de Dios, que está presente incluso en los momentos de mayor desesperación y sufrimiento.
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