Un Análisis Crítico del Sistema G12 y sus “Encuentros” desde la Perspectiva Bíblica y Teológica

Un análisis crítico del sistema G12 y sus “Encuentros”, explorando sus raíces teológicas, sus influencias externas y los errores doctrinales que se alejan de las enseñanzas bíblicas, destacando la importancia de la fidelidad a la Palabra de Dios en el crecimiento espiritual y el liderazgo cristiano.

Los llamados «Encuentros» son prácticas espirituales que han proliferado en muchas iglesias, especialmente dentro de las denominaciones neo-pentecostales y carismáticas.

Presentados como experiencias transformadoras de encuentro con Dios, estos eventos han sido introducidos en el ámbito cristiano en nombre del crecimiento espiritual y la santificación.

Sin embargo, su origen, sus métodos y las doctrinas que promueven han suscitado controversia. En este ensayo, exploraremos los “Encuentros del G12”, sus vínculos con movimientos previos como los ejercicios espirituales ignacianos, y los errores teológicos que subyacen a su implementación dentro del cristianismo contemporáneo.

El Origen y Expansión del G12

El sistema G12, desarrollado por el pastor César Castellanos en la Misión Carismática Internacional, tiene como uno de sus pilares fundamentales la promesa de Dios a Abraham en Génesis 22:17, que dice que su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo. Castellanos afirma haber recibido una “revelación” divina en 1983 que le indicó que su iglesia debería ser igualmente grande, como un cumplimiento moderno de esa promesa. La multiplicación de células, en las que cada creyente se convierte en un «líder» qué discípula a doce personas, es el fundamento operativo de la visión del G12.

Sin embargo, esta interpretación y aplicación de la promesa está profundamente equivocada, ya que el texto de Génesis se refiere a la obra redentora de Cristo, quien es la verdadera simiente de Abraham (Gálatas 3:14), y no a la edificación de una iglesia multitudinaria.

El Origen de los Encuentros: Influencias Externas y Sincretismo Religioso

El sistema de «Encuentros» en el G12 comparte varias similitudes con los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, desarrollados en el siglo XVI. Estos ejercicios fueron diseñados para profundizar en la experiencia espiritual del creyente a través de meditaciones y disciplinas ascéticas, con el fin de alcanzar una mayor cercanía con Dios. Aunque en su época estos ejercicios fueron usados principalmente por los sacerdotes y monjes jesuitas, su influencia se ha expandido a lo largo de los siglos y ha llegado a diversas corrientes cristianas, incluidas las protestantes. Los «Encuentros» en el G12 se basan en un proceso de introspección y confesión, buscando una “transformación espiritual” similar a la que se buscaba en los ejercicios de Loyola.

Es relevante señalar que las prácticas de los «Encuentros» no son exclusivas del cristianismo, sino que tienen paralelismos en otras religiones, como el budismo, donde se busca la iluminación a través de la meditación y el ascetismo. Esta influencia oriental ha llevado a la adopción de prácticas místicas y rituales dentro del cristianismo, especialmente en el G12, que se apartan de las enseñanzas bíblicas sobre cómo debe ser nuestra relación con Dios. La Biblia enseña que el acceso a Dios se realiza a través de la fe en Jesucristo, y no mediante métodos místicos o rituales.

La Doctrina de los Encuentros y sus Errores Teológicos

El principal error teológico detrás de los “Encuentros” radica en su enfoque sobre la santificación y la experiencia espiritual. Mientras que la Biblia habla de un proceso de transformación en la vida del creyente (Romanos 12:2), este proceso no se logra a través de prácticas rituales o ejercicios, sino mediante el poder del Espíritu Santo y la obediencia a la Palabra de Dios. Jesús mismo enseñó que la verdadera adoración es aquella que se realiza en espíritu y en verdad (Juan 4:24), y no a través de métodos humanos o tradicionales.

En el sistema G12, los «Encuentros» se presentan como un medio para alcanzar un “nuevo nivel” de santidad o poder espiritual. Esta visión entra en contradicción con la enseñanza bíblica que subraya que la santificación es un proceso continuo que tiene lugar a lo largo de toda la vida del creyente, y no en un evento singular o místico. En 1 Pedro 1:15-16, se nos llama a ser santos como Dios es santo, lo cual implica vivir según los principios del reino de Dios, no a través de experiencias puntuales que se buscan mediante rituales o encuentros programados.

El enfoque en la experiencia personal, más que en el conocimiento y aplicación de las Escrituras, puede llevar a una distorsión de la verdad. La verdadera revelación de Dios proviene de Su Palabra, no de experiencias subjetivas o visiones fuera del contexto bíblico. El G12 pone a los participantes en riesgo de desarrollar una fe basada más en experiencias emocionales que en la sólida doctrina cristiana.

El Modelo de Crecimiento y Evangelismo

El modelo del G12 está centrado en la expansión a través de células autónomas que, a su vez, deben multiplicarse bajo la supervisión de un «líder» qué discípula a doce nuevos seguidores. La principal meta parece ser la multiplicación de estos grupos, sin un énfasis claro en el verdadero discipulado cristiano. La idea de que un «líder» debe ser promovido según su capacidad para generar nuevas células o atraer más personas, incluso sin una formación sólida en la fe cristiana, refleja un enfoque pragmático que carece de base bíblica.

En lugar de formar creyentes según los principios y enseñanzas de Cristo, el G12 pone su atención en la rapidez de la expansión y la creación de más “líderes”. Este enfoque refleja más una estrategia de marketing religioso que un discipulado auténtico y transformador basado en el evangelio. La verdadera multiplicación de discípulos no se mide por la cantidad de células, sino por la profundidad y madurez espiritual que se logra al seguir a Cristo.

El Modelo de Liderazgo y Capacitación

El modelo de liderazgo del G12 también presenta serias deficiencias teológicas. El sistema promueve la idea de que cualquier persona, incluso adolescentes de 14 años, puede ser rápidamente promovida a un puesto de liderazgo si logra cumplir con la meta de discipular a doce personas. Este modelo omite un proceso adecuado de formación teológica y bíblica, lo que lleva a una distorsión del verdadero liderazgo cristiano. El liderazgo en la iglesia debe basarse en la madurez espiritual, el conocimiento de las Escrituras y la capacidad para enseñar a otros, no en el número de personas bajo el liderazgo de un individuo.

El liderazgo en el G12 pone énfasis en la autoridad y el reconocimiento como indicadores de éxito, lo cual crea un sistema donde los líderes son motivados más por el ascenso en la jerarquía que por el verdadero discipulado y la humildad que Jesús enseñó en Mateo 20:25-28. El modelo G12, en lugar de fomentar un liderazgo servicial y fundamentado en el amor, promueve una estructura jerárquica que se aleja del propósito original del evangelio.

Conclusión: La Necesidad de Discernimiento y Fidelidad a la Palabra

El sistema G12, junto con sus prácticas de “Encuentros”, representa una seria desviación de la enseñanza bíblica. El mal uso de las Escrituras, el énfasis en el crecimiento numérico y la promoción de un liderazgo prematuro y sin formación teológica adecuada, distorsionan el propósito del evangelio. Los cristianos deben ejercer un discernimiento profundo y no dejarse llevar por promesas de éxito a expensas de la integridad teológica.

La verdadera santificación y madurez espiritual no se alcanzan mediante rituales o experiencias místicas, sino a través de una vida vivida en obediencia a Cristo y guiada por Su Palabra y por el Espíritu Santo. En lugar de seguir prácticas extrabíblicas o sincréticas, los creyentes deben aferrarse a la enseñanza de la Palabra de Dios para experimentar una transformación real y duradera. La iglesia debe ser fiel al evangelio y rechazar los métodos que desvían de la sana doctrina.

Ensayo sobre el movimiento G12


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