Un análisis profundo de la relación entre las promesas bíblicas a Israel y la moderna interpretación cristiana del sionismo. Descubre cómo la teología evangélica sobre el estado de Israel contrasta con las enseñanzas del Nuevo Testamento.
El Estado de Israel y la Teología Evangélica: Un Análisis Bíblico Crítico

El conflicto entre los evangélicos y la interpretación moderna de la teología cristiana sobre el estado de Israel es uno de los temas más debatidos y polémicos de nuestra era.
Para muchos cristianos, especialmente en los Estados Unidos, la existencia del estado de Israel se percibe como una manifestación clara de la profecía bíblica, un cumplimiento de promesas divinas y una señal de la pronta venida de Cristo. Esta visión sionista-evangélica sostiene que Israel es el “reloj de Dios”, y que la existencia del estado israelí valida la veracidad de las escrituras.
Sin embargo, al analizar las escrituras más detenidamente, surgen interrogantes sobre si este enfoque tiene un fundamento bíblico sólido, especialmente cuando se comparan las enseñanzas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Aunque el Antiguo Testamento contiene muchas promesas sobre la tierra para los descendientes de Abraham, el Nuevo Testamento presenta una visión radicalmente diferente, que parece rechazar la idea de un estado israelí contemporáneo como cumplimiento de las promesas de Dios.
El Antiguo Testamento y las Promesas de la Tierra
El Antiguo Testamento está lleno de pasajes que refuerzan la idea de que la tierra de Israel fue dada a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob como una promesa eterna. Pasajes como Génesis 13:15-17, Éxodo 32:13, y Josué 1:3-4 destacan la promesa de la tierra como un legado eterno. Esta interpretación literal de las escrituras es la base de la teología sionista-evangélica, que ve el establecimiento del estado de Israel en 1948 como el cumplimiento de estas promesas.
Sin embargo, un aspecto crucial que a menudo se pasa por alto es la falta de mención en el Nuevo Testamento de un retorno físico de Israel a la tierra prometida o la restauración de un estado independiente. Jesús, en sus enseñanzas, predijo la destrucción de Jerusalén y no hizo referencia a la reconstrucción de la ciudad o el establecimiento de un estado israelí. Según el evangelio de Lucas, Jerusalén sería «pisoteada por los gentiles» hasta que se cumplieran los tiempos señalados para ellos (Lucas 21:24). Esto no parece ser una profecía sobre la creación de un estado moderno de Israel, sino un anuncio del retorno de Cristo.
El Concepto de «Siempre» en las Escrituras Hebreas
Un aspecto esencial para comprender este debate es la semántica del término «siempre» en el contexto bíblico. En hebreo, no existe una palabra exacta para «siempre» o «eterno» en el sentido que comúnmente le damos hoy. En su lugar, la frase «por los siglos» o «por los siglos de los siglos» se usa para expresar una duración indefinida, pero no necesariamente infinita. Esto sugiere que las promesas sobre la tierra no deben entenderse como una garantía de propiedad perpetua, sino más bien como una promesa que se cumplió en un contexto específico en la historia de Israel.
El Nuevo Pacto y la Expansión del Pueblo de Dios
El Nuevo Testamento introduce un concepto revolucionario: el nuevo pacto, establecido a través de la muerte de Jesús, trasciende las fronteras de Israel y se extiende a todas las naciones. Jesús inauguró este pacto durante la Última Cena, cuando dijo que la copa representaba el «nuevo pacto en mi sangre» (Mateo 26:28; Lucas 22:20). Este nuevo pacto es uno de carácter espiritual, centrado en la redención de los pecados a través de la fe en Cristo, y no en la restauración de un territorio físico para Israel.
El apóstol Pablo, en sus cartas, refuerza esta visión al enseñar que los verdaderos hijos de Abraham son aquellos que siguen su fe, sin importar su origen étnico. Según Pablo, la iglesia, el «Israel de Dios» (Gálatas 6:16), es ahora la comunidad elegida que lleva adelante las promesas de Dios, y no un estado político con fronteras geográficas.
La Importancia de Contextualizar las Escrituras
Para comprender correctamente la relación entre las promesas del Antiguo Testamento y la realidad del Nuevo Testamento, es fundamental interpretar los textos dentro de su contexto histórico original. Las promesas de la tierra hechas a Israel en el Antiguo Testamento fueron relevantes para los israelitas en su contexto histórico, pero no necesariamente se aplican al estado moderno de Israel. La idea de que la creación de un estado israelí sea el cumplimiento de estas promesas es un error de interpretación que ignora el desarrollo teológico y el cambio en el propósito de Dios a través de la venida de Cristo.
Conclusión: Un Llamado a la Justicia y la Paz
El conflicto entre israelíes y palestinos no puede ser resuelto simplemente con interpretaciones bíblicas que favorezcan a uno u otro grupo. En lugar de ver el establecimiento del estado de Israel como el cumplimiento de una promesa divina, debemos abordarlo desde una perspectiva ética, histórica y política, buscando la justicia y la paz para todos los involucrados. La fidelidad de Dios, tal como se revela en las escrituras, no se mide por la existencia de un estado político, sino por su compromiso con la justicia, la paz y la reconciliación a través de Cristo.
Este análisis sugiere que la teología sionista-evangélica, que vincula directamente las promesas bíblicas con el estado moderno de Israel, es una interpretación que no se sostiene cuando se examinan las enseñanzas del Nuevo Testamento. Es crucial que los cristianos interpreten las escrituras de manera contextualizada, reconociendo que el mensaje central del evangelio es uno de reconciliación, tanto con Dios como con el prójimo, más allá de las fronteras políticas y geográficas.
Artículo basado en el escrito de Juan Stam
Con el objetivo de ofrecer una lectura más ágil y accesible. Este artículo es una versión resumida del contenido original. ¡No te pierdas nuestras nuevas publicaciones! #actualizado #versionrevisada
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