Desarrollo Del Nuevo Testamento I

Actualmente el Nuevo Testamento consta de 27 libros: cuatro evangelios, un libro de historia eclesiástica, veintiuna cartas y un Apocalipsis. Encontrarnos por primera vez este formato del Nuevo Testamento en el año 367 de nuestra era.
El gran obispo Atanasio acostumbraba enviar al pueblo una carta pastoral cada Domingo de Resurrección. Aprovechó la ocasión en el 367 para hacer saber a los cristianos cuáles eran los libros que podían leer con la aprobación de la Iglesia. Con ese motivo hizo una lista que fue la primera que se hizo de los libros del Nuevo Testamento. Esto significaría que se necesitaron más de tres siglos para completar el Nuevo Testamento.
Desde el principio la fe cristiana ha sido la fe de un libro. El judaísmo fue la cuna del cristianismo y el centro del judaísmo es la sinagoga. La iglesia cristiana primitiva no tenía intención alguna de apartarse del ancestral culto judaico Encontrarnos a Pedro y a Juan camino al Templo para orar (Hch_3:1). Vemos que Esteban y Pablo inician su carrera de predicadores debatiendo en la sinagoga (Hch_6:8-10; Hch_9:20-21). El culto en la sinagoga giraba en torno a la lectura de las Escrituras. Tal era su razón de ser. Comenzaba con la recitación del credo del judaísmo y luego se ofrecían algunas plegarias. Terminaba con una homilía del rabino o de algún visitante distinguido. Pero en el centro del culto estaba la lectura bíblica que era para lo que el pueblo se congregaba.

Cuando a los cristianos se les cerraron las puertas de la sinagoga y no pudieron seguir adorando allí se llevaron consigo el estilo cúltico de la sinagoga. Aun más. Se llevaron consigo el Libro de la sinagoga. En esos primeros días de la iglesia primitiva todavía no se había escrito el Nuevo Testamento. No fue el Nuevo Testamento el que produjo a la Iglesia sino que fue la Iglesia la que produjo el Nuevo Testamento. Así que, en el principio, en los cultos dominicales de entonces se leyera el Antiguo Testamento por lo general en la versión griega de los Setenta (Septuaginta), que se denotaba con los números romanos LXX. El Antiguo Testamento pues fue el libro de los primeros días de la Iglesia, y de él se leía y se citaban pasajes.

Por ejemplo el sermón de Pedro en el Día del Pentecostés que abarca 27 versículos de Hch_2:14-40, contiene diez versículos del Antiguo Testamento, como sigue: Hch_2:17-21, se toma de Joe_2:28-32; Hch_2:25-28, del Sal_16:8-11: Hch_2:34-35, del Sal_110:1, etc. El sermón de Pablo en Antioquía (Hch_13:16-41) abarca 26 versículos, nueve de los cuales provienen del Antiguo Testamento: del versículo 16 al 22 se presenta un resumen histórico del Antiguo Testamento hasta los días de David; el versículo Hch_13:33 corresponde al Sal_2:7; el Hch_13:34 se ha tomado de Isa_55:3; el Hch_13:35, del Sal_16:10; el Hch_13:41, de Hab_1:5, Y el Hch_13:47 de Isa_49:6. El Antiguo Testamento constituyó el libro sagrado de la iglesia primitiva.

Para comprender cómo surgió el Nuevo Testamento veamos primero el orden en que fue escrito. Tal vez lo más interesante de todo sea descubrir que lo primero que se escribió del Nuevo Testamento fueron las cartas de Pablo. Se calcula que éstas fueron escritas entre los años 49 y 62 de nuestra era.

Las cartas de Pablo fueron precisamente eso: cartas, escritas en su mayoría con relación a alguna situación local o temporal. Algo andaba mal enTesalónica o Corinto, por ejemplo, y Pablo les escribía para corregir la situación. F. C. Grant acierta cuando afirma que «Si hubiera habido teléfono entonces, seguramente Pablo lo habría utilizado. iPero en ese caso jamás habríamos tenido ninguna carta escrita por él! Cuando Pablo escribía para corregir algo en Tesalónica, Galacia o Corinto, no lo hacía como escritor sino como pastor. Y hay que tomar en cuenta que él escribió mucho antes de la invención de la imprenta.

Sus cartas fueron cartas manuscritas pues la máquina de escribir era desconocida: escritas como originales y sin copia, para corregir cuestiones locales y temporales que andaban mal. Ciertamente, Pablo trataba situaciones locales y temporales a la luz de la verdad eterna, pero sus cartas no eran otra cosa que cartas, y nada hay tan temporal, local o pasajero como una carta. Es imprescindible, pues, recordar que nunca tuvo Pablo la intención de publicar sus cartas, como lo entendernos hoy editorialmente.

Trataremos ahora de reconstruir cómo el Nuevo Testamento llegó a ser parte de la Sagrada Escritura. No es algo comprobado, pero se ajusta a los hechos conocidos. Comencemos por precisar que, en su mayor parte, las cartas del Apóstol se guardaban en la iglesia recipiente y sólo allí. No se publicaban como libros sino que se enviaban como cartas. ¿Cómo es que fueron rescatadas, recuperadas y, finalmente, publicadas?

El libro de los Hechos probablemente se publicó por primera vez alrededor del año 90. Por extraño que pudiera parecer, si sólo hubiéramos contado con el libro de los Hechos, jamás nos habríamos enterado de que Pablo había escrito cartas. En los Hechos no se mencionan para nada.
Posiblemente lo que aconteció fue que al publicarse los Hechos de los Apóstoles, se comprendió de pronto cuán extraordinario personaje había sido Pablo. Súbitamente Pablo cobró vida y, entonces, cada iglesia que conservaba alguna de sus cartas se dio cuenta del tesoro que tenía. Fue así como se buscaron, se juntaron y coleccionaron sus cartas, para luego compartirlas, con lo que se convirtieron en posesión de toda la Iglesia, y no simplemente la correspondencia de algunas congregaciones locales. Podemos dar por sentado que lo que reveló la grandeza de Pablo fue la publicación de los Hechos así como lo que inició el movimiento para reunir sus cartas.
Hacia el año 90 todavía no se consideraban las cartas de Pablo como parte de las Escrituras, pero constituían ya uno de los tesoros más preciados de la Iglesia

Vemos, pues, que las cartas paulinas fueron escritas entre los años 49 al 62, y que posiblemente se redescubrió toda su grandeza al publicarse el libro de los Hechos en el año 90. Mientras tanto, ¿qué sucedía con el resto del Nuevo Testamento y, especialmente, con los evangelios? Por lo general, las fechas para los evangelios actuales son las siguientes: los años 65 al 70, para San Marcos; del 80 al 90 para Mateo y Lucas, y el año 100 para Juan. ¿Cómo es que tardaron tanto en escribirse y en constituirse en libros canónicos de la Iglesia? ¿Qué fue lo que condujo, en última instancia, a que fueran puestos por escrito.

I. En primer lugar, el cristianismo primitivo surgió en medio de una civilización no literaria. Vino al mundo siglos antes de que se inventara la imprenta, cuando se desconocía la producción masiva de libros de hoy y, por lo tanto, la gente no podía tener ni una idea de lo que todo esto significaba. Tal era especialmente el caso del judaísmo. Los rabinos se oponían terminantemente a escribir sus
enseñanzas: «No pongas nada por escrito», decían. La memoria del buen alumno y del buen maestro «es como una cisterna bien emplastada que nunca pierde una sola gota». También es posible que se resistieran a escribir porque pareciera que lo escrito buscara competir con la autoridad de las Escrituras. Por lo tanto. Sólo las Escrituras se mantenían por escrito; cualquier otra enseñanza se transmitía oralmente.

Mishnah es lo que podríamos considerar como los comentarios y amplificación de las leyes del Antiguo Testamento. Es la aplicación del Antiguo Testamento a casos particulares, y no se puso por escrito hasta el siglo III d.C. Un resumen moderno de la Mishnah ocupa algo más de 800 páginas. Los rabinos conservaban todo esto de memoria, pues en el mundo antiguo la palabra escrita no ocupaba el lugar que ahora tiene. Papias, por ejemplo, quien fue uno de los principales recopiladores de información en la iglesia primitiva, escribió: «No creo que lo que proviene de libros pueda serme tan provechoso como lo que procede de la voz viva y permanente”. Jamás podría considerarse como literaria la etapa inicial de la Iglesia, a la manera de las etapas que sucedieron a la invención de la imprenta. Al menos en oriente, cuna del cristianismo, era mucho más natural transmitir todo conocimiento y enseñanza oralmente que por escrito.

II. Hay que considerar además el hecho de que el primer impacto del cristianismo fue entre las clases más pobres e incultas. «Mirad, hermanos, nuestra vocación -escribe San Pablo a los corintios- que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles» (1Co_1:26). Fue entre los pobres, los marginados y los esclavos, donde primero causó mayor efecto el evangelio.
A principios del siglo III un filósofo pagano, llamado Celso, acusó al cristianismo de atraer sólo al pobre, al ignorante y al inculto. Decía Celso que la actitud e invitación cristiana era: «Nadie que sea culto se acerque, ni el sabio ni el sensitivo, pues a todos ellos los consideramos malos; pero si hay alguien ignorante, insulso o inculto, si alguien es tonto, acérquese sin temor es sólo al torpe al patán al zafío y al esclavo, al niño y a la mujer a quienes quiere, y puede persuadir. La comunidad cristiana primitiva ni leía libros ni los producía.

III Más adelante veremos que existían entonces métodos para producir libros, que prenunciaban la producción en masa. ¿Pero qué mercado hubiera habido para las posibles publicaciones cristianas?
Los materiales para escribir no resultaban nada baratos. Se escribía en una sustancia proveniente de la planta del papiro, que se producía en hojas de 25 x 20 cms. La hoja más barata costaba $ 0.03 dólares / EUA y la de mejor calidad se vendía entre $0.08 y $0.10 cada una. Si consideramos que el jornal que se pagaba entonces era de $ 0.06, comprenderemos que una sola hoja de papiro era más cara
que el salario medio promedio. A ese precio, poquísimas personas eran las que podían darse el lujo de comprar todo un libro.

Vimos también en el Capítulo II que copiar libros no era nada barato. Evidentemente el costo de las Escrituras quedaba fuera del alcance de la mayoría de los cristianos, e incluso de las iglesias Los costos de producción bastaban para impedir el desarrollo de algo equivalente a nuestra literatura cristiana.

IV. En vida de los apóstoles había poca demanda de libros. Los apóstoles y sus asociados inmediatos eran libros vivientes en los que estaba escrito el mensaje cristiano. Por haber sido testigos presenciales, mientras ellos vivieran no habría necesidad de tener libros.

V. Posiblemente el factor que menos estimulaba la producción de libros era la creencia generalizada de que era inminente la Segunda Venida. Basta con leer el capítulo 7 de Primera de Corintios, por ejemplo, en el que Pablo desalienta casamientos en un mundoque, según se creía, se aproximaba rápidamente a su fin. Puesto que la Segunda Venida estaba a la vuelta de la esquina, no había tiempo ni
justificación para andar escribiendo libros, pues el fin del mundo podía ocurrir de un momento a otro.

Factores como éstos fueron los que principalmente retardaron el desarrollo de la literatura cristiana. Pero, inevitablemente, llegó un momento en que su función se volvió algo indispensable.

I. La muerte de los apóstoles y de los demás testigos presenciales puso fin a la época en que el mensaje se pasaba oralmente. Hacia el año 70, del grupo apostólico probablemente sólo Juan quedaba vivo. Había, pues, que asentar los hechos tal y como habían sucedido. Era apenas natural que la palabra escrita ocupara ahora el lugar de «la voz viva y permanente’:». Eusebio cita el relato de Ireneo de cómo se escribieron los evangelios. Según Ireneo, después de la muerte de Pedro y Pablo, «Marcos, discípulo e intérprete de
Pedro, nos transmitió por escrito aquellas cosas que Pedro había predicado; y Lucas, auxiliar de Pablo, registró en un libro el evangelio que Pablo había declarado «.5. Lo escrito habría de ocupar ahora el lugar de la voz viva. La época de los testigos presenciales era cosa del pasado; ahora comenzaba la de la página escrita.

II. Cuando el cristianismo traspuso las fronteras de Palestina, y particularmente al hacer contacto con la cultura y civilización romana, penetró en una sociedad literaria, donde el libro era parte de la vida. Había en Roma librerías en cuyos pilares se anunciaban los libros más recientes. Estas librerías también servían como centros de reunión de la sociedad culta.
Los editores romanos utilizaban mano de obra de esclavos para producir sus libros empleando hasta cincuenta o cienesclavos para tomar dictado simultáneo. Desde luego, no faltaban los errores, pero este dictado en masa permitía copiar y producir libros más baratos y con mayor rapidez. Por ejemplo, el primer libro de Marcial constaba de 119 epigramas en unas 700 líneas de verso; copiado de esta manera se vendía en cinco denarios, unos $ 0.40 dólares / EUA. Tan pronto como el cristianismo salió de Palestina para insertarse en el mundo de la cultura y de la literatura, se encontró en un ambiente acostumbrado a los libros, donde pronto el relato
cristiano también habría de escribirse.

III. El cristianismo fue desde sus inicios una religión misionera. Y teniendo a todo un mundo por evangelizar, obviamente los misioneros no podían permanecer por mucho tiempo en el mismo lugar. Por lo tanto, necesitaban dejar a los nuevos conversos en cada lugar una constancia escrita del mensaje que les habían comunicado. Y la tarea del misionero,hasta el día de hoy, sigue siendo primordialmente la de producir constancia escrita del relato cristiano aun cuando esto implica la creación de un nuevo alfabeto. Una religión misionera está casi obligada a convertirse en religión literaria.

IV. A medida que la Iglesia fue creciendo y desarrollándose también fueron llegando personas con ideas extrañas y hasta peligrosas. Dicho de otra manera, no tardaron en surgir las herejías. En tal situación, era indispensable que la Iglesia contara con un libro «oficial» que uniformara el relato de la vida y enseñanzas de Jesús. Esto lo proveyó el Nuevo Testamento y especialmente los evangelios.

V. Vimos ya cómo la supuesta inminencia de la Segunda Venida retardó la aparición de la literatura cristiana. Pero al no efectuarse tal acontecimiento, la Iglesia comenzó a ver que se encontraba en una situación más o menos permanente en la cual lo escrito tenía una razón de ser y era verdadera necesidad.

La producción de material escrito se convirtió en necesidad natural de la Iglesia.

Llegados a este punto en la reflexión sobre los evangelios, surge una pregunta. Vimos ya que hubo considerable demora en la aparición del evangelio escrito. Jesús había sido muerto alrededor del año 30, y el primer evangelio escrito no salió a la luz hasta los años 65 ó 70 aproximadamente. Así pues, ¿qué sucedió durante esos treinta y cinco, o cuarenta años en que no había escritos sobre la vida y enseñanzas de Jesús? ¿Será que durante ese tiempo el relato de la vida y enseñanzas de Jesús fue perdiendo en exactitud y ganando en exageración?

Esta es una pregunta natural, a la luz de nuestro siglo; pero en el siglo 1 las cosas eran diferentes.

Por principio de cuentas, la memoria de los antiguos era mucho más retentiva que la nuestra. Tenía que serlo. Podría afirmarse que la página impresa, particularmente la del libro barato o fácilmente asequible, ha tendido a eliminar la retentiva mnemónica. La persona que en la antigüedad quería retener alguna historia o hechos precisos, no tenía más remedio que memorizarlos, pues los libros eran escasos y caros. Jenofonte cuenta que Nicerato decía: «Mi padre ansiaba verme crecer como hombre de bien, y a este fin me obligó a memorizar todo Homero de modo que aún hoy soy capaz de repetir, de memoria, toda la Ilíada y la Odisea”. Las obras
citadas contienen 24-Iibros cada una con promedio de unas 500 líneas por libro. Tal hazaña retentiva era algo que los jóvenes griegos cultos realizaban como parte de su educación. Si en la actualidad querernos disfrutar de algún pasaje o referirnos a él, lo buscamos en un libro; antes, cuando había pocos libros o no existían, todo se almacenaba en la memoria. En una época en que la memoria era portentosa, no había peligro de que los conocimientos se olvidaran o se distorsionaran.

Pero simultáneamente operaba un proceso, corolario inevitable de toda memoria retentiva: lo que se memoriza tiende a estereotiparse. El mismo relato tiende a repetirse de manera idéntica, lo que se observa en el modo que tienen los niños de apreciar los cuentos. Cuando al niño le gusta un cuento, siempre hay que repetírselo de la misma manera, pues no acepta desviaciones en el relato que conoce y ama.

De la misma manera, los evangelios fueron adquiriendo ciertas formas estereotipadas. Lo que en tiempos recientes originó un método de estudiar los evangelios que se denominó Crítica de las Formas Literarias. Su objetivo es descubrir en qué forma circuló la tradición cristiana antes de que se escribieran los evangelios. Los eruditos han llegado a identificar cinco formas diferentes en que los relatos evangélicos reflejan estereotipo.

I. En primer lugar encontrarnos los llamados paradigmas, apotegmas o historias declarativas. Se trata de fragmentos de la tradición, cuya razón de ser es la de preservar algún dicho de Jesús. Aquí la historia es secundaria, los detalles son escasos y todo lo que importa es lo que Jesús dijo Veamos dos ejemplos. El relato en Mar_2:23-28 existe solamente para enmarcar la expresión de Jesús: «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el Hombre por causa del día de reposo Por tanto el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo». El relato en Mat_9:10-13 existe para preservar el apotegma de Jesús: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Tales relatos no existen por el relato mismo, sino por el paradigma o expresión central que contienen. La expresión viene a ser una joya engarzada en el relato.

II. Hay relatos llamados cuentos cortos (del alemán Novellen) que hablan de alguna sanidad efectuada por Jesús. Todos ellos siguen el mismo formato. Comienzan con una declaración acerca de la enfermedad, siguen con el relato de la curación, y terminan refiriéndose a las consecuencias de la curación. Un ejemplo sencillo es el relato de la curación de la suegra de Pedro (Mar_1:29-31): (1) Se identifica el mal: «la suegra de Simón estaba acostada con fiebre»; (2) se relata la curación: «Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente la dejó la fiebre»: (3) consecuencia o resultado: «Y ella les servía «.

Casi todos los relatos de los milagros de Jesús muestran este orden. Así fue como el estilo de la narración quedó estereotipado antes de que fuera escrita.

III. Se encuentran dichos epigramáticos y memorables de Jesús que carecen de contexto. Todas las historias declarativas surgen de algún incidente: los dichos son sentencias o frases sueltas de Jesús. Casi la totalidad del Sermón del Monte está formado de tales dichos.

IV. Llegamos a dos palabras que aplicamos en sentido técnico. La primera de ellas es leyenda que, en este sentido, no pone en tela de juicio la historicidad del evento a que se refiere. La leyenda es un relato que se refiere a algún personaje o lugar que se considere santo o destacado, y que se cuenta con propósitos morales o religiosos En este sentido, técnicamente los relatos sobre el nacimiento e infancia de Jesús se clasifican como leyendas.

V. La segunda palabra que aplicamos en sentido técnico es la de mitos. Recordemos una vez más que el término técnico mito no enjuicia la veracidad del relato. Los griegos usaron la palabra mythos para referirse a cualquier relato sobre temas celestiales o eternos, narrado en términos de objetos terrenos o temporales En este sentido, los relatos sobre la tentación y la transfiguración (Mat_4:1-11 : Mat_17:2-8) se clasifican técnicamente como mitos porque hablan de figuras celestiales y eternas en circunstancias de espacio y tiempo.

Clisés como éstos fueron los que rápidamente se adoptaron para los relatos evangélicos en el período que va de la vida de Jesús, aquí en la tierra, al momento en que los evangelios como los conocemos hoy, fueron escritos. Y algo que nodebernos pasar por alto es que estos relatos se repitieron, una y otra vez, en la predicación e instrucción de los recién llegados a la comunidad cristiana. Esto es importante, porque dichos relatos jamás fueron propiedad privada, por así decirlo, sino del dominio público. Si la forma del relato sufría alguna variación, de inmediato la asamblea quería conocer la causa. Los relatos se repetían una y muchas veces, y su exactitud era vigilada tanto por la memoria del relator como por la memoria de la Iglesia. Así como los relatos no provenían de un solo
individuo, tampoco dependían de la memoria de una sola persona. Desde un principio fueron posesión de la comunidad: continuamente se predicaban y enseñaban, y continuamente el pueblo los escuchaba. Cuando los relatos evangélicos se
repiten constantemente a individuos y a grupos se reduce grandemente la posibilidad de que sean distorsionados o falsificados. La veracidad de los evangelios no queda garantizada por un solo individuo sino por el testimonio unánime de la Iglesia.

Todo lo cual nos coloca frente a un hecho aun más importante respecto a los evangelios. Primariamente no se trata de documentos fundamentalmente históricos, pues no eran vistos como meras biografías de Jesús. De hecho, constituyeron el material para la predicación de la iglesia primitiva. Del propósito de su evangelio, Juan nos dice: «Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (Jua_20:31). No se trata de redactar la vida de Jesús, pues no hallamos en los evangelios muchas características biográficas.
Por ejemplo, en ningún evangelio se describe la apariencia física de Jesús, y aun con todos los evangelios no es posible trazar cronológicamente su vida en este mundo.

Se dice que hay dos maneras de escribir una historia. Una, es seguir los acontecimientos cronológicamente, día a día, hora tras hora, evento tras evento, en orden estricto, tratando de abarcarlo todo sin omitir detalle. Otra manera consiste en seleccionar incidentes y episodios que sirvan como ventanas para asomarse a la mente y corazón del personaje descrito. Este último método es el que usaron los redactores de los evangelios. No pretenden seguir a Jesús paso a paso y día tras día. Escogen entre lo que dijo e hizo, para abrirnos escotillas que nos permitan asomarnos a su mente y corazón. La diferencia entre ambos métodos es la que hay entre una foto y un retrato. La fotografía muestra una reproducción detallada de la persona; en el retrato, el artista capta y hace resaltar algunas de sus características dominantes. La foto reproduce exactamente el aspecto externo; la pintura trata de revelar el carácter íntimo, así como la mente y el corazón

Los evangelios, pues, no son biografías ni fotografías, sino intentos por revelar la mente, el corazón y el carácter de Jesús.
Y esto no como algo interesante o como simple contribución histórica, sino para que el lector pueda captar la mente de Dios en Jesucristo. Los evangelios no son meras descripciones de Jesús, sino invitaciones para creer en él corno el Hijo de Dios.

Hasta aquí hemos mencionado los evangelios y cuál es su objetivo, y las cartas de Pablo. En el Nuevo Testamento tenernos también las cartas de Santiago y Pedro, Judas y Juan.

Entre los evangelios y las cartas está el libro de los Hechos. Podría decirse que este es el libro más importante del Nuevo Testamento, pues sin él desconoceríamos la historia de la iglesia primitiva, excepto lo que pudiéramos adivinar o deducir de las cartas. Aun si tres de los evangelios se hubieran perdido, con todo, quedaría uno que nos daría algún bosquejo de Jesús. Pero sin Hechos toda la historia inicial de la Iglesia se vería envuelta en densas tinieblas.

De paso, es inapropiado llamar a este libro «Los Hechos de los Apóstoles». Los únicos apóstoles que se mencionan son Santiago, cuya muerte se menciona en una sola frase (Hch_12:2); Pedro, Juan (que siempre anda con Pedro y nunca habla), y Pablo. Sería mejor llamarlo «Libro de Hombres Apostólicos» En el manuscrito griego no aparece el artículo «los» ni antes de «Hechos» ni antes de «Apóstoles». El libro no pretende ser un relato completo Lo que hace es abrirnos una serie de ventanas a través de las cuales podemos contemplar eventos significativos en la historia de la iglesia primitiva.

Los Hechos nos dice tres cosas: En primer lugar, cómo se extendió la Iglesia y cómo, acatando las órdenes de Jesús, su mensaje partió de Jerusalén a toda Judea, a Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch_1:8)

En segundo lugar, nos dice cómo este asombroso movimiento se inició con sólo ciento veinte personas (Hch_1:15), Y cómo todo ello fue obra del Espíritu Santo (Hch_1:8). El primer gran relato nos habla de la venida del Espíritu Santo en el Pentecostés (cap, 2), De allá en adelante, el Espíritu Santo es el que va dictando cada avance de la iglesia cristiana. Fue el Espíritu quien aconsejó a Felipe que se acercara al etíope (Hch_8:29) ; quien indicó a Pedro que recibiera la comisión de parte -de Cornelio (Hch_10:19); quien auspició la salida de Pablo y Bernabé, de Antioquía hacia el primer v iaje misionero (Hch_13:2); quien guió a la Iglesia para que aceptara en su seno a los gentiles (Hch_15:28) ; Y quien guió los pasos de Pablo desde el Asia Menor hasta Europa (Hch_16:7). En realidad, Hechos es el libro de los hechos del Espíritu Santo.

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2 comentarios sobre “Desarrollo Del Nuevo Testamento I

  1. Gracias por el ensayo, y llevarnos de manera general y a la vez profunda en la formación del canon en esos primeros años de comunidad cristiana. Sin dudas un aporte importante este escrito para visualizar de manera histórica este proceso de formación e ir interesándonos por estos temas tan apasionantes.

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  2. Es de una forma tan intensa de que los primeros cristianos y lo Apostoles y Discipulos de Cristo tuvieron una fecunda actividad para poner el Cristianismo en todo El Asia Menor, y de allí a Todos los Confines de la Tierra, llevando el Evangelio de JesuCristo en condiciones durísimas sin embargo la Iglesia Primitiva del Cristianismo realizó un esfuerzo extraordinario de sus miembros para llevar La Palabra de Salvación a toda la comunidad , el esfuerzo fue Titánico para difundir La Palabra de DIOS, sin tener aún la forma de divulgar el Evangelio, puesto que en esas primeras etapas del Cristianismo no existía La Imprenta, solo los Pergaminos ,con manuescrito de los Apostoles y de los Evangelistas.

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