Descubre todo sobre el “Evangelio de la prosperidad”, su historia, doctrinas, críticas. Aprende a discernir sus enseñanzas.

El “Evangelio de la Prosperidad” ha ganado notoriedad en el ámbito cristiano, especialmente dentro del movimiento pentecostal y carismático, con promesas de abundancia material, sanidad y éxito personal.
A primera vista, esta doctrina parece alinearse con el cristianismo tradicional, pero su contenido y fundamentos teológicos se desvían notablemente de las enseñanzas bíblicas clásicas. Este ensayo explora cómo este fenómeno se originó, su relación con el pensamiento estadounidense y las críticas que sus doctrinas generan dentro y fuera de la iglesia.
La Contaminación del Concepto de Felicidad
La felicidad ha sido un concepto central en la filosofía y la teología a lo largo de la historia humana. Sin embargo, en la sociedad moderna, este concepto ha sido moldeado por el individualismo y el utilitarismo, especialmente en el contexto de una economía altamente industrializada y materialista. La felicidad contemporánea, lejos de ser un objetivo colectivo de realización espiritual o comunitaria, se ha reducido a una búsqueda de logros materiales, bienestar individual y placer instantáneo. Esta visión superficial y mercantil de la felicidad ha sido rápidamente adoptada en muchos ámbitos, incluyendo las iglesias evangélicas.
En muchas congregaciones, especialmente dentro del movimiento pentecostal, pastores y líderes han adoptado un enfoque donde la “fe” se presenta como un medio para alcanzar no solo la sanidad espiritual, sino también la prosperidad material. Este fenómeno ha dado lugar al Evangelio de la Prosperidad, cuyo mensaje central afirma que la riqueza, la salud y el éxito son derechos divinos otorgados a los fieles a través de actos de fe. De este modo, el cristianismo se convierte en una herramienta para alcanzar la felicidad entendida como riqueza y satisfacción personal inmediata, distorsionando la verdadera enseñanza del evangelio cristiano.
Origen del Evangelio de la Prosperidad: Sincretismo Religioso y Filosófico
Para comprender el origen del Evangelio de la Prosperidad, es esencial rastrear las diversas corrientes de pensamiento que confluyeron a fines del siglo XIX y principios del XX en los Estados Unidos. Durante este período, se produjo una amalgama de influencias filosóficas y religiosas que moldearon una nueva visión de la espiritualidad cristiana. Tres factores clave fueron decisivos en este proceso: el pentecostalismo naciente, el «Nuevo Pensamiento» y el auge de una cultura pragmática y materialista centrada en el esfuerzo individual y la movilidad social.
El «Nuevo Pensamiento» era una corriente filosófica que sostenía que los pensamientos positivos y las afirmaciones eran capaces de modificar la realidad material. Esta idea resonaba en un contexto estadounidense caracterizado por un creciente optimismo y creencias en el poder del individuo para controlar su destino. El movimiento pentecostal, en sus primeros años, adoptó estas ideas y las integró en su teología, dando lugar a un «cristianismo de la prosperidad». En este nuevo paradigma, se creía que los creyentes, a través de su fe y palabras afirmativas, podían moldear su realidad, alcanzando éxito económico, salud perfecta y felicidad en esta vida.
El Rol de Essek William Kenyon y la Construcción del «Superhumano Espiritual»
El teólogo y predicador Essek William Kenyon es una figura clave en el desarrollo del Evangelio de la Prosperidad. Nacido en 1867, Kenyon comenzó su carrera como predicador en el movimiento bautista, pero fue su encuentro con las enseñanzas del Nuevo Pensamiento lo que marcaría un giro fundamental en su comprensión del cristianismo. Influenciado por la metafísica y el énfasis en la mente como una fuerza capaz de dominar el mundo material, Kenyon desarrolló una teología que afirmaba que los creyentes, a través de su fe y palabras, podían acceder a un «poder espiritual» que les permitiría controlar las leyes que regían el universo material.
Kenyon sostenía que la muerte y resurrección de Jesús no solo ofrecían salvación espiritual, sino que también otorgaban a los creyentes derechos sobre el mundo material. Según su enseñanza, los cristianos eran «superhumanos en potencia», dotados de un poder divino interno que podía ser activado por la fe y las palabras. Esta idea de un cristiano como un «superhombre espiritual», capaz de dominar la realidad material, se convirtió en el eje central del Evangelio de la Prosperidad.
El Evangelio de la Prosperidad en el Movimiento Pentecostal y Carismático
A pesar de que la influencia de Kenyon fue modesta durante su vida, su teología impactó profundamente a líderes del movimiento pentecostal, como Kenneth Hagin, quien adoptó las enseñanzas de Kenyon y se convirtió en uno de los principales propagadores del Evangelio de la Prosperidad. A través de figuras como Hagin y T.L. Osborn, la doctrina de la «confesión positiva» y el poder de la fe para obtener riquezas y bienestar se difundió ampliamente, particularmente en el contexto del resurgir de los movimientos carismáticos tras la Segunda Guerra Mundial.
Este nuevo enfoque del cristianismo comenzó a ganar seguidores debido a su promesa de éxito personal y bienestar inmediato, un mensaje que encajaba perfectamente con el individualismo de la sociedad estadounidense post-guerra. Sin embargo, este evangelio ha sido objeto de críticas tanto dentro como fuera de las iglesias evangélicas. Muchos teólogos y líderes cristianos han señalado que el Evangelio de la Prosperidad distorsiona el mensaje de Jesús y pone el énfasis en el materialismo en lugar de la fe y la salvación espiritual.
Críticas y Discernimiento en la Fe Cristiana
Las críticas al Evangelio de la Prosperidad son profundas y variadas. En primer lugar, se le acusa de promover un cristianismo centrado en el individuo, donde Dios se convierte en un mero instrumento para la satisfacción de los deseos personales. Esta visión distorsionada del cristianismo ignora el llamado de Jesús al sacrificio, la humildad y el servicio a los demás, reemplazándolos con un enfoque egocéntrico que se enfoca en la autosatisfacción.
Además, muchos críticos argumentan que este evangelio ignora las enseñanzas bíblicas sobre la pobreza y el sufrimiento, presentando una visión superficial y escapista de la vida cristiana. Jesús mismo advirtió que sería más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja, que un rico entrara en el reino de los cielos (Mateo 19:24), un mensaje que choca con la prosperidad material que algunos predicadores promueven.
En conclusión, el Evangelio de la Prosperidad es una desviación peligrosa que convierte el cristianismo en un medio para el logro de objetivos materiales y personales, en lugar de un camino hacia la transformación espiritual y el servicio a los demás. A medida que este movimiento sigue ganando terreno, es fundamental que los creyentes aprendan a discernir las verdaderas enseñanzas de la Biblia y eviten caer en la trampa de un cristianismo que distorsiona el mensaje original de amor, sacrificio y fe.
Con el objetivo de ofrecer una lectura más ágil y accesible. Este artículo es una versión resumida del contenido original. ¡No te pierdas nuestras nuevas publicaciones! #actualizado #versionrevisada
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