Los recaudadores de impuestos eran un grupo de personas despreciadas en la sociedad judía de la época de Jesús. Eran vistos como traidores, ya que trabajaban para el gobierno romano que había ocupado Israel.
Sin embargo, Jesús se reunió con los recaudadores de impuestos y comió con ellos, lo que causó gran conmoción entre los fariseos. Jesús enseñó que los recaudadores de impuestos eran dignos de perdón y que Dios los amaba tanto como a cualquier otra persona.

En el Imperio romano, una de las funciones oficiales de los funcionarios imperiales era la de recaudar las capitaciones y los impuestos sobre las tierras. Sin embargo, el derecho de recaudar impuestos sobre las exportaciones, importaciones y el transporte de mercancías por el país lo compraban en subasta pública los mejores postores, que obtenían como ganancia la diferencia entre el dinero que recaudasen y la cantidad que habían pagado en la subasta.
Estos hombres, conocidos por el nombre de publicanos, arrendaban a subcontratistas el derecho de recaudar impuestos en ciertas partes de su territorio. Los subcontratistas, a su vez, estaban al cargo de otros hombres que recaudaban personalmente los impuestos.
Por ejemplo, parece ser que Zaqueo era el jefe de los recaudadores de impuestos de Jericó y sus alrededores. (Lucas 19:1-2.) Por otra parte, Mateo, a quien Jesús llamó para ser apóstol, era uno de los que recaudaban personalmente los impuestos, y al parecer tenía su oficina de impuestos en Capernaum o en sus alrededores. (Mateo 10:3; Marcos 2:1; 2:14.)
En Palestina había muchos recaudadores de impuestos judíos. Sus compatriotas los tenían en muy poca estima, pues a menudo exigían un impuesto superior al fijado. (Mateo 5:46; Lucas 3:12-13; Lucas 19:7-8.) Los otros judíos solían evitar su compañía y los situaban en la misma categoría que los pecadores, o incluso que las rameras. (Mateo 9:11; Mateo 11:19; Mateo 21:32; Marcos 2:15; Lucas 5:30; Lucas 7:34.)
También guardaban rencor a los recaudadores de impuestos, porque estaban al servicio de una potencia extranjera, Roma, y tenían contacto estrecho con los gentiles “inmundos”. Por lo tanto, tratar a un “hermano” que se hiciese pecador impenitente como si fuese un “recaudador de impuestos” significaba no buscar su compañía. (Mateo 18:15-17.)
Cristo Jesús no toleró la corrupción que existía entre los recaudadores de impuestos. Aunque se le criticó por ello, estuvo dispuesto a dar ayuda espiritual a los que deseaban oírle. (Mateo 9:9-13; Lucas 15:1-7.) En una de sus ilustraciones, mostró que el recaudador de impuestos, que se reconocía humildemente pecador y se arrepentía, era más justo que el fariseo orgulloso que se creía justo. (Lucas 18:9-14.)
Algunos recaudadores de impuestos humildes y arrepentidos, como Mateo y Zaqueo, tuvieron la oportunidad de emprender el camino que les permitiría acceder al Reino de los cielos. (Mateo 21:31-32.)
Un interesante comentario de Perspicacia diccionario bíblico
Descubre más desde TeoNexus
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.