El Arrebatamiento: Mito o Realidad y su Relación con la Tribulación

Explora el concepto del arrebatamiento según la Biblia, desmitificando su naturaleza y ubicando cronológicamente este evento dentro del contexto escatológico cristiano.

El arrebatamiento es un tema recurrente en la literatura cristiana, abordado con frecuencia en películas, libros y novelas.

En estos relatos, es común visualizar escenas dramáticas en las que las personas desaparecen súbitamente mientras realizan actividades cotidianas, como conducir o pilotar un avión.

Esta representación ha calado hondo en la imaginación colectiva de muchos creyentes, quienes asocian esta desaparición con el evento profetizado en la Biblia. Sin embargo, ¿es esta visión del arrebatamiento la más precisa? ¿Cómo se relaciona este evento con la tribulación que se menciona en las Escrituras? En este ensayo, exploraremos el concepto de arrebatamiento según la Biblia, desmitificando algunas ideas erróneas y buscando una comprensión más profunda a través de un análisis teológico y escatológico.

El Concepto de Arrebato en la Biblia

El término “arrebatamiento” proviene del griego harpazo, que en 1 Tesalonicenses 4:17 describe un acto enérgico y repentino, en el cual los creyentes serán “arrebatados” para encontrarse con Cristo en los cielos. Esta palabra, que se traduce como “quitado por la fuerza” o “rapto”, tiene connotaciones tanto positivas como negativas dependiendo del contexto, pero siempre denota una acción abrupta e intensa. En el contexto del arrebatamiento, implica que los creyentes serán llevados de forma sobrenatural, de manera inmediata y con el propósito de ser reunidos con Cristo.

El apóstol Pablo utiliza este término en su carta a los tesalonicenses para consolar a los creyentes respecto a la muerte de los cristianos previos al regreso de Cristo. La resurrección y transformación de los cuerpos de los muertos en Cristo, seguida por la transformación de los creyentes vivos, ocurre en un evento que tiene un carácter “sorpresivo”, tal como lo describe 1 Corintios 15:51-52. En este pasaje, Pablo utiliza el término allasso (transformados) para enfatizar la transformación que ocurrirá en los cuerpos de los creyentes, mostrando que el arrebatamiento no es solo un acto de desaparición, sino de transfiguración.

El Arrebatamiento: ¿Mito o Realidad?

El arrebatamiento ha sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia del cristianismo. Algunas representaciones populares lo presentan como una desaparición dramática e inmediata, con los creyentes dejando sus ropas vacías como si sus cuerpos se desvanecieran al instante. Sin embargo, la Biblia no necesariamente describe el arrebatamiento en términos tan sensacionalistas. El evento se presenta más bien como una transformación misteriosa y sobrenatural, un proceso de cambio en el cual los cuerpos mortales serán convertidos en cuerpos glorificados y espirituales.

A pesar de la imagen comúnmente difundida de la desaparición instantánea, es más probable que el arrebatamiento sea un proceso en el cual los cuerpos de los creyentes sean transformados, y no que se desintegren en el aire. Esta transformación podría ser tan discreta que los testigos humanos no perciban la magnitud del evento. Por ejemplo, en tiempos de pandemia, un evento como este podría interpretarse como una misteriosa enfermedad o virus desconocido, en lugar de un fenómeno sobrenatural.

La Tribulación y el Arrebatamiento: ¿Antes o Después?

La relación entre el arrebatamiento y la tribulación es uno de los temas más debatidos dentro de la escatología cristiana. Según las Escrituras, la tribulación es un período de sufrimiento y juicio que precederá al regreso de Cristo y al establecimiento de su reino. Sin embargo, la cuestión de si la iglesia experimentará la tribulación antes de ser arrebatada sigue siendo un tema de debate.

Las principales posturas sobre el arrebatamiento son: el pre-tribulacionismo, el midi-tribulacionismo, el pre-ira y el post-tribulacionismo. Cada uno de estos puntos de vista sostiene una cronología diferente para el arrebatamiento, basándose en su interpretación de pasajes bíblicos relacionados con la tribulación.

  1. Pre-tribulacionismo: Según esta postura, el arrebatamiento ocurre antes de la tribulación. Los creyentes serán arrebatados y llevados al cielo antes de que comience el período de sufrimiento y juicio.
  2. Midi-tribulacionismo: Los defensores de esta postura creen que la iglesia será arrebatada a mitad de la tribulación, después de tres años y medio de juicio, pero antes de la intensificación del sufrimiento.
  3. Pre-ira: Esta perspectiva sostiene que el arrebatamiento ocurre inmediatamente antes de que comience la ira de Dios, que se derramará sobre el mundo al final de la tribulación.
  4. Post-tribulacionismo: Según esta visión, la iglesia pasará por toda la tribulación y será arrebatada solo al final de este período, en el regreso glorioso de Cristo.

De estas posturas, el pre-tribulacionismo parece tener una base más sólida en la enseñanza bíblica, particularmente en pasajes de Apocalipsis que sugieren que la iglesia será retirada antes de que los juicios de Dios caigan sobre la tierra.

La Primera Resurrección y el Arrebatamiento

El arrebatamiento está intrínsecamente vinculado a la resurrección de los muertos en Cristo. Según 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4, los muertos en Cristo serán resucitados y transformados, y aquellos que aún estén vivos serán arrebatados en el mismo evento. La primera resurrección, que es para vida eterna, será seguida por una segunda resurrección para condenación (Ap. 20). Este evento subraya la importancia de la esperanza cristiana en la vida después de la muerte y la transformación de los cuerpos en cuerpos glorificados.

Es relevante señalar que este evento no debe entenderse como un “fin” repentino para los creyentes, sino como una transición hacia una existencia eterna en cuerpos inmortales, en la presencia de Cristo. Esta visión coincide con las enseñanzas de Jesús en Juan 14:1-3, donde habla de preparar moradas para sus seguidores.

La Tribulación y la Iglesia en el Plan Divino

En el contexto de la tribulación, la semana setenta de la profecía de Daniel es esencial para entender el tratamiento de Dios con Israel. Esta tribulación, que abarca siete años, es un periodo crucial que marca el fin de la lucha de Israel contra el pecado y la restauración del pueblo elegido, tal como se ha prometido en las Escrituras.

La profecía de Daniel (9:24-27) hace referencia a un proceso que se extiende a lo largo de 490 años, con un paréntesis entre las 69 semanas y la última semana (la septuagésima). Este paréntesis corresponde al tiempo de los gentiles, en el que el pueblo de Dios se dispersó y la Iglesia fue establecida. Durante este lapso, Dios sigue obrando en los corazones de los gentiles, mientras que Israel permanece parcialmente endurecido (Romanos 11:25). Es en la septuagésima semana cuando la atención se vuelve nuevamente a Israel, y se completa el proceso de restauración.

La tribulación, pues, no está destinada a la Iglesia, sino a Israel. En la tribulación, el pueblo judío enfrentará un tiempo de prueba sin precedentes, que culminará con el arrepentimiento y la conversión en masa al reconocer al Mesías que rechazaron: Jesús de Nazaret. Este será un periodo de purificación y redención para Israel, tal como se describe en los profetas, y será acompañado por el derramamiento del Espíritu Santo (Zacarías 12:10; Joel 2:28-32).

La Iglesia, por otro lado, no tiene que pasar por la tribulación, ya que su misión en la tierra de predicar el Evangelio a los gentiles se llevará a cabo hasta que se complete la plenitud de los gentiles (Romanos 11:25). Una vez alcanzada esta plenitud, la Iglesia será arrebatada, como se observa en Apocalipsis 4:1, donde Juan es invitado a subir al cielo y se describe a los veinticuatro ancianos que representan a los vencedores. En este contexto, los creyentes, ahora transformados, ya no son referidos como «ekklesía» (la asamblea o congregación) sino como aquellos que están en la presencia directa de Dios, adorando y reinando con Él.

El Apocalipsis proporciona más detalles sobre este cambio de escenario. Desde el capítulo 4, la Iglesia ya no aparece bajo la denominación de «ekklesía» y, en cambio, se ve a la gran multitud que ha salido de la gran tribulación (Apocalipsis 7:14), quienes no se consideran parte de la Iglesia en su forma actual, sino un remanente que será incluido posteriormente. Esto demuestra que la Iglesia será retirada de la tierra antes del comienzo de la tribulación, y aquellos que se convierten después, durante la tribulación, no forman parte de la Iglesia en el mismo sentido.

Además, se observa que el Anticristo no podrá manifestarse hasta que la Iglesia, que retiene la maldad, sea retirada. Como se menciona en 2 Tesalonicenses 2:6-7, algo o alguien está deteniendo su revelación, y es evidente que la Iglesia, con su misión de luz y sal en el mundo, está desempeñando ese papel. El Espíritu Santo sigue obrando en la tribulación, pero su presencia en la Iglesia es lo que actualmente impide el libre accionar del Anticristo.

Finalmente, cuando la Iglesia sea arrebatada, el mundo vivirá la manifestación del Anticristo, quien llevará a cabo su reinado con el fin de destruir a los fieles y llevar a cabo una apostasía masiva. Pero al final de la tribulación, Cristo regresará para derrotar a la bestia, establecer su reino y traer justicia al mundo. Es en ese momento cuando se completará el plan divino, y tanto Israel como los gentiles que se han convertido, verán la victoria del Mesías.

En conclusión, la tribulación, tal como se describe en la profecía de Daniel, es una fase destinada específicamente a tratar con Israel y su restauración, mientras que la Iglesia, al cumplir su misión de evangelizar a los gentiles, será arrebatada antes de que comience este tiempo de juicio. El plan divino se despliega en dos frentes: la restauración de Israel y la edificación de la Iglesia, ambos culminando en la victoria final de Cristo, quien reinará sobre la tierra en justicia.

El arrebatamiento, aunque frecuentemente malinterpretado o dramatizado en la cultura popular, representa un evento trascendental que refleja la esperanza cristiana en la resurrección y la vida eterna. A pesar de las diferencias en las interpretaciones cronológicas, la posición pre-tribulacional parece ser la más coherente con las Escrituras y la secuencia escatológica general. Este evento no solo confirma las promesas de Dios, sino que también nos invita a vivir con expectativa y preparación, confiando en la certeza de que Cristo regresará gloriosamente para llevar a su pueblo a su presencia eterna.


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