El papel de la Iglesia en Guatemala: Contribuciones apolíticas para un contexto social y político

En Guatemala, la política ha sido históricamente compleja y ha enfrentado diversos desafíos en los últimos años. Algunos de los problemas más destacados incluyen: la corrupción, la debilidad del sistema judicial, la falta de seguridad, la pobreza y la desigualdad económica.

En 2015, Guatemala atravesó una importante crisis política cuando se descubrió un escándalo de corrupción en el que estaban involucrados altos funcionarios del gobierno, incluido el entonces presidente Otto Pérez Molina. Esto provocó una gran indignación y llevó a protestas masivas exigiendo cambios y transparencia en el sistema político.

Actualmente, en pleno proceso electoral, Guatemala se enfrenta a una nueva crisis política y de institucionalidad. Dejando en claro, lo frágil e incierto que es el sistema político del país.

Los desafíos políticos internos son grandes y complejos. La pobreza y la desigualdad persisten en muchas áreas del país, especialmente en las zonas rurales, lo que ha llevado a una migración significativa hacia otros países, como Estados Unidos.

El panorama político actual de Guatemala es complejo. La relación entre la iglesia y la política también se tornan complejas, y diferentes denominaciones e instituciones religiosas tienen enfoques y perspectivas variadas sobre el papel que deben desempeñar en el contexto político que se vive actualmente en Guatemala.

En nuestra opinión; la iglesia debe mantener una postura de neutralidad, otros también llaman esta postura como, apoliticismo. Pero este último termino, puede llevarnos a debate, ya que es obvio que ninguna persona, cristiana o no, puede abstraerse del todo de la política porque somos parte de una comunidad. Sin embargo, hablamos de apoliticismo, porque al congregarnos como iglesia, nuestro fin, no es hacer proclamas de tinte político, análisis de desempeño del gobierno, etc. Nuestra atención al congregarnos se centra en la exposición y atención de la palabra de Dios.

Ahora bien, como iglesia, no podemos aislarnos de la realidad cotidiana; y menos del acontecer político. Es por ellos que la iglesia puede aportar y promover, principios y valores éticos; fundamentales para el desarrollo de una política justa y equitativa. Los cristianos podemos fomentar la honestidad, la transparencia, la justicia social y el respeto a los derechos humanos.

La iglesia puede abogar por soluciones pacíficas y diálogos que busquen una mayor equidad. Podemos dar a conocer nuestras preocupaciones y opiniones para que se legisle lo más acorde con el carácter de Dios revelado en su palabra, la biblia.

En lo que falta del proceso electoral en Guatemala, se debe promover la participación ciudadana, fomentar la importancia del voto informado, el respeto a la diversidad de opiniones y la búsqueda del bien común.

Es crucial tener en cuenta que la iglesia, debe respetar la separación entre iglesia y Estado y no buscar imponer sus creencias religiosas de manera coercitiva en la esfera política. Su aporte debe centrarse en la promoción de acciones que beneficien a la sociedad en general, respetando la diversidad de pensamiento y creencias presentes en la sociedad guatemalteca.

El mensaje de salvación debe ser nuestra prioridad porque seguimos siendo esa voz que clama en el desierto, la luz del mundo y la sal de la tierra. Y lo que vemos acontecer en nuestro país y a nivel mundial; solo debe alertarnos que, cada día, Dios está cumpliendo su palabra. Y nada de lo que acontece en este mundo, nos sorprende, más bien nos alienta y nos pone en la perspectiva bíblica.

La iglesia, a lo largo de los siglos, ha vivido y florecido bajo gobiernos antagonistas, represivos y paganos. La iglesia del primer siglo, vivió bajo los regímenes políticos más despiadados, pero ellos (la iglesia) se mantuvieron firmes y nos dejaron una gran lección.

Eran ellos, y no sus gobiernos, quienes eran la luz del mundo y la sal de la tierra.


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