El Atrio del Tabernáculo

El atrio del tabernáculo era un lugar sagrado donde los israelitas podían adorar a Dios y venir a él en busca de perdón. Estaba rodeado por una valla de cortinas y en el centro estaba el altar de los holocaustos, donde se ofrecían sacrificios de animales.

También había una pila de lavado, donde los sacerdotes se lavaban las manos y los pies antes de entrar en el tabernáculo. El atrio era un lugar importante para los israelitas y era un símbolo de la presencia de Dios entre ellos.

Este era un vasto patio de 100 codos de largo por 50 de ancho (un codo equivale a algo menos de medio metro). En el interior se encontraba el altar del holocausto y la fuente de bronce y luego, en segundo plano, los lugares santos.

El cerco que rodeaba al recinto del atrio estaba hecho con cortinas (o colgaduras) de lino fino torcido, de 5 codos de alto, suspendidas por medio de corchetes de plata y varas conexivas de plata, las cuales estaban fijadas a columnas, cada una de las cuales descansaba sobre una basa de bronce. Había 20 columnas en el costado sur. 20 en el norte, 10 al occidente y 10 al levante.

La puerta del atrio

Al oriente se hallaba la puerta del atrio, formada por una cortina de 5 codos de alto y 20 de ancho. Esta cortina era de azul, púrpura, escarlata y lino fino torcido, de obra de recamador. Como las demás cortinas (o colgaduras), estaba fijada, por medio de corchetes de plata y varas vinculantes de plata, a cuatro columnas que descansaban sobre sus basas de bronce y que estaban coronadas de capiteles de plata. Todos estos detalles son muy instructivos.

El oriente hace pensar en la hermosa profecía de Zacarías (Luc_1:78-79): “Nos visitará el Sol naciente (o el Oriente), descendiendo de las alturas, para dar luz a los que están sentados en tinieblas y en sombra de muerte; para dirigir nuestros pies en el camino de la paz” (Versión Moderna).

Dios quiere que todos los hombres sean salvos, lo que es sugerido por la amplitud del ancho de la puerta. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat_11:28). Y también: “Yo soy la puerta; el que por mí entraré, será salvo” (Jua_10:9).

Las cuatro columnas de la puerta y la magnífica cortina bordada con cuatro colores, ¿no ponen ante nosotros los cuatro evangelios que nos hablan de la gloriosa Persona de Cristo según sus distintos caracteres: ¿Mesías, Siervo, Hijo del hombre e Hijo de Dios? Todas esas glorias tuvieron su plena manifestación en Él, la divina Persona que vino del cielo y se humilló hasta descender al nivel del hombre.

 


Descubre más desde Teología Historia fe y pensamiento

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.