Biblia Thomson

Diego Thomson: Precursor de la traducción bíblica de la época moderna.

Diego Thomson nació en 1788 en el puerto de Creetown al suroeste de Escocia. En ese pueblo que vivía del mar, el joven Diego pensaba mucho en los países de ultramar. Miraba a los soldados ingleses que pasaban por su pueblo rumbo a Irlanda.

Escuchaba a los aduaneros que relataban su lucha con los contrabandistas franceses. Se fijaba en los barcos que llevaban emigrantes de esa zona a Nueva York y a Canadá. Su padre fue director escolar y por muchos años secretario del consistorio de la iglesia presbiteriana, de manera que creció en un hogar donde había una relación estrecha entre la educación pública y la Biblia. En su momento, Thomson las vinculó a las necesidades de pueblos lejanos.

De su pueblo natal pasó a las ciudades principales del país para seguir estudios superiores. En Edimburgo mostró talento para los idiomas. Fue la época de las guerras napoleónicas entre Inglaterra y Francia, y unos setenta oficiales franceses fueron encarcelados en el castillo de Edimburgo. En su labor pastoral, Thomson los visitaba y les servía de intérprete.

En 1817, después de la guerra, un colega suyo, Roberto Haldane, le pidió que lo acompañara en sus labores misioneras en Montauben, Francia. En Edimburgo, Thomson se preparaba para ir a Francia. Más tarde dijo: “Yo hacía mis lecturas cotidianas de las Escrituras, en voz alta, en idioma francés.” Pero se cerró esa puerta, y él dirigió su atención a los países suramericanos.

Llegada a América del Sur
En 1818 Thomson llegó a Buenos Aires con el deseo de servir a Jesucristo mediante la promoción de las Sagradas Escrituras y la implantación de un sistema de educación popular. Para él, un sistema de educación centrado en la Biblia era la pieza clave para el avance de cualquier pueblo. Las noticias que recibió del éxito de las escuelas gaélicas, que usaban las Escrituras en gaélico en las tierras altas de Escocia, fortalecieron en él esa convicción.

Después de una labor fructífera en Argentina y en Chile, Thomson fue llamado en 1822 por el general José de San Martín para instalar el mismo sistema de educación en el Perú. Mientras iniciaba sus escuelas, trazó planes para traducir la Biblia al quechua, para poder atender al número de peruanos que hablaban ese idioma. También investigó la posibilidad de tener traducciones en los idiomas aymara y moxa.

El primer equipo misionero
A pesar de los contratiempos ocasionados por la lucha de la independencia, Thomson pudo reunir un equipo de cuatro personas para traducir el Nuevo Testamento al quechua. Eran miembros del nuevo Congreso, y uno fue “descendiente lineal del último rey inca”. Terminaron la tarea en 1824, pero el resurgimiento inesperado de las fuerzas reales les obligó a huir de Lima. Las condiciones en la capital empeoraron y Thomson no tuvo otra alternativa que salir también. Después de un infructuoso intento por reunirse con los traductores en Trujillo, dejó el manuscrito en manos de un amigo, para ser publicado posteriormente en Lima. Lamentablemente, se perdió el manuscrito.

De regreso en Londres, Thomson seguía pensando en el pueblo andino. Por la providencia de Dios se encontró en 1825 con el ex sacerdote Vicente Pazos Kanki, boliviano exiliado, encargado en Inglaterra de los asuntos de la nueva nación andina. Pazos Kanki hablaba aymara y quechua desde su infancia, y por un tiempo ocupó la cátedra de Quechua en la Universidad de Cuzco. Aceptó la propuesta de Thomson de traducir el Nuevo Testamento al aymara.

Usó el texto de la Vulgata como base, y terminó la traducción a fines de 1826. El Evangelio según San Lucas fue publicado en 1828, la primera vez que un evangelio apareció en un idioma autóctono de América del Sur. En 1830 tradujo el libro de Salmos al quechua.

Mientras tanto Thomson y su esposa habían viajado a México en 1827. Llevaron un cargamento de Biblias y Nuevos Testamentos en español; pero Thomson no podía quedarse tranquilo ante las necesidades apremiantes de los pueblos indígenas del país. Investigó su situación y en sus cartas mencionó varios idiomas: mexicano (nahuatl), mixteco, maya, otomí, tabasco y zapoteco.

Thomson intentó emprender la traducción del Nuevo Testamento al idioma nahuatl, y buscó la ayuda de personas tan distinguidas como el obispo de Puebla y el doctor José María Luis Mora, “padre del México moderno”. Soñaba con introducir las traducciones como textos escolares para contribuir al desarrollo de los pueblos indígenas, pero la situación religiosa y política no lo favoreció, y salió de México en 1830 sin realizar su sueño. Pero gracias a los esfuerzos del doctor Mora, el Evangelio según San Lucas en nahuatl salió de la imprenta en 1833.

Para esa fecha, Thomson se encontraba en el Caribe, y allí proyectaba una visita a Yucatán «en parte para conseguir una traducción de uno de los evangelios a la lengua maya». En las Antillas le conmovía la situación de los esclavos, y pudo compartir su gozo el primer día de agosto de 1834: la fecha de su emancipación en las colonias británicas. Su acción a favor de ellos se resume en dos palabras: Biblia y educación.

En Cuba casi lo encarcelaron bajo sospecha de distribuir la Biblia para fomentar una rebelión de esclavos. En Haití, mientras organizaba la distribución del Nuevo Testamento francés en las escuelas y en los cuarteles militares, planteó a la Sociedad Bíblica en Londres la necesidad de traducir las Escrituras al haitiano, el “patois”, francés hablado por la gran mayoría de los habitantes de Haití.

En 1832, Thomson organizó la primera Sociedad Bíblica entre el pueblo negro del Caribe. En 1839 hizo lo mismo en un pueblo indígena de Canadá: los chippewas (también conocido por el nombre «ojibwas»).

A pesar de la situación convulsionada de México, Thomson llegó a Yucatán en octubre de 1843. Un manuscrito corto de Thomson en la biblioteca de la Sociedad Bíblica en la Universidad de Cambridge, Inglaterra –cuatro páginas de apuntes de vocabulario maya por términos bíblicos– es testimonio de su deseo de verter la Palabra de Dios al idioma milenario de Yucatán.

Presentó sus ideas a las autoridades para un sistema de educación eficaz: “Establecer escuelas con un plan de enseñanza basado en el uso del idioma materno.” Instó al Secretario de Estado a que no solo proveyera educación por el pueblo maya, sino que les asegurara justicia. Ellos tienen derechos propios, y no deben ser oprimidos por los terratenientes… Si ustedes no actúan para extenderles justicia y equidad, Dios mismo intervendrá a su favor.

Durante un viaje en marzo de 1844 cayó muy enfermo y fue llevado en una litera unos cincuenta kilómetros de Chichén a Valladolid. La recuperación fue lenta y la soñada traducción quedó trunca.

Thomson regresó a Inglaterra, y en 1847 se dirigió con su esposa a Madrid, a una España conmocionada y dividida después de la muerte de Fernando VII. Al ver los campesinos en plena siega de trigo, comentó: “Ojalá encontremos en España un campo propicio para una cosecha bíblica.” Esa cosecha implicaba la siembra de las Escrituras en varios idiomas.

De su visita en 1848 a San Sebastián, dijo: “Trataría de hacer imprimir el Evangelio según Lucas en lengua vasca, cuya revisión el traductor acaba de completar.” De Cataluña dijo: “Tendría particularmente bajo mi atención… el Nuevo Testamento en catalán”; y en Barcelona se reunió con el traductor catalán para ver cómo poner el Nuevo Testamento en circulación.

Thomson aprovechó su estadía en España para investigar a fondo las fuentes de la famosa Biblia Políglota Complutense del siglo XVI. En 1849 consideró con su amigo, el señor Usoz, una posible revisión de la Biblia Reina-Valera, pues pensaron que lograría una distribución igual a la de la versión de Scío San Miguel. Sin embargo, el tiempo no fue propicio para lograr todo lo que deseaba.

En Inglaterra, Thomson no podía olvidar España y, en 1855, unos meses después de su muerte, se formó la «Sociedad Española de Evangelización», gracias a sus esfuerzos y escritos.

A lo largo de su ministerio, Thomson mostraba pasión por la Palabra, e inspirándose en la visión bíblica del Reino de Dios, buscaba el bien no solo de los pueblos mayoritarios, sino de los pueblos autóctonos de dos continentes: pueblos marginados, oprimidos y olvidados.

¿Qué le motivó? Él mismo dijo: Salí de mi patria al exterior para servir al Señor Jesucristo en la causa de su Reino, cuyo lema es: `¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz, buena voluntad para con los hombres!’ En ese ministerio fue fundamental el poner al alcance de todos la Palabra de Dios. Eso convirtió a Thomson en precursor de la traducción bíblica de la época moderna.


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