La homosexualidad: ¿un pecado igual a cualquier otro?

La homosexualidad en la Biblia, reflexiones desde una perspectiva religiosa. En este artículo exploramos la visión religiosa sobre la homosexualidad. Analizamos si es realmente un pecado como cualquier otro o si hay diferencias y reflexionamos sobre las implicaciones de esta perspectiva.

Interesante escrito de Daniel Caballero

En cada época de sus dos mil años de historia la Iglesia del Señor Jesucristo ha batallado en contra la mentira, tanto desde fuera como desde dentro de la misma. La ortodoxia fue precedida por herejía, y la herejía fue precedida por un descuido o mala enseñanza de la Iglesia sobre un tema específico. Esta época no es la excepción.

Una de las razones principales por las que existe un crecimiento tan acelerado de la agenda homosexual en nuestros días es debido a la falta de capacidad de la Iglesia para dar respuestas bíblicas sobre el tema y el descuido de la misma en enseñar sobre estos temas. Es lo mismo con otros retos que como Iglesia Latinoamérica enfrentamos como el Evangelio de la Prosperidad.

No se puede enfatizar suficientemente este punto, vivimos días de sequía bíblica en Latinoamérica. El oscurantismo y legalismo religioso evangélico abunda, mientras que el estudio serio de las Escrituras escasea.

Por un lado, algunos comprometen el evangelio transigiendo con el mundo, tolerando la práctica de la homosexualidad dentro de la Iglesia. Y por otro, algunos comprometen el evangelio, gritando a voz en cuello su desaprobación sobre la práctica homosexual mientras mantienen los labios cerrados en contra de abusos económicos, escriturales y pastorales dentro de sus Iglesias.

Aunque el tema de la práctica homosexual es muy extenso, y como tal al escribir algo sobre el asunto siempre se corre el riesgo de ser reduccionista. No obstante, quisiera tratar de responder en este artículo a una pregunta como en nuestros círculos: ¿Es la práctica de la homosexualidad como cualquier otro pecado? Hay dos verdades que debemos afirmar al mismo tiempo. El afirmar solo una de ellas, y negar la otra es una negación del evangelio mismo. Estas verdades son: La Practica Homosexual no es como cualquier otro pecado, y La Practica Homosexual es como cualquier otro pecado.

La práctica homosexual no es como cualquier otro pecado.

No, la práctica de la Homosexualidad no es como cualquier otro pecado. Al momento de examinar los principales pasajes bíblicos relacionados con los pecados sexuales surge un patrón en común: Existe una progresión entre los pecados de carácter sexual de menor a mayor. Por ejemplo, en las leyes sobre pecados sexuales en Levítico 18 y 20; las ofensas sexuales, junto con los adjetivos para describirlas; se mueven de menos pecaminoso a mas pecaminoso.

La lista de las ofensas progresa de tener relaciones sexuales con tu mujer mientras esta en su menstruación, a tener relaciones sexuales con una mujer, al adulterio, al incesto, para terminar posteriormente con relaciones homosexuales y bestialismo o zoofilia.

El hebreo es rico en los adjetivos los pecados sexuales en el código ético. La palabra ‘ebah’ en hebreo se usa 86 veces en el Antiguo Testamento en relación a pecados terribles particularmente sexuales. Sin embargo, en todo el código moral solamente se usa este adjetivo en relación a relaciones sexuales homosexuales y bestialismo para distinguir la gravedad del mismo. No solo los adjetivos en hebreo que se usan para describir los pecados varían en intensidad, sino también la pena: Aquel que tenía relaciones sexuales con una mujer en menstruación quedaba ritualmente impuro por siete días:

Levítico 15.24 Si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda.

Mientras que, por ejemplo, aquellos que se envolvían en tener relaciones homosexuales o con animales debían de morir.

Levítico 20.15 Cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.

¿Existen grados de pecado en las Escrituras?

Aunque todo pecado nos descalifica delante de Dios, existen pecados que son peores que otros y que por lo cual llevan una pena más grande. La progresión de pecados que se describe en la Ley Mosaica, es la misma progresión que el Apóstol Pablo hace en Romanos 1, y otras partes del Nuevo Testamento.

En Romanos 1 uno hay una progresión de Cambiar la Gloria del Creador por la Creación (Romanos 1:21-23), de la Creación a un cambio por la mentira misma (Romanos 1: 24-25), para finalmente entregarse a Pasiones Vergonzosas, estando la practica Homosexual al final de la lista (Romanos 1:26-27). El griego de Pablo es claro en relación a este punto resemblando al de la Septuaginta en relación al código moral Levítico.

Pablo está familiarizado también con la distinción que la Ley hacia entre pecados por ignorancia y con pleno conocimiento (Números 15:27-31). La pena por los pecados con pleno conocimiento era mucho mayor que aquellos que se hacían en ignorancia.

Números 15.27–30 ‘También, si una persona peca inadvertidamente, ofrecerá una cabra de un año como ofrenda por el pecado… ‘Pero aquél que obre con desafío, ya sea nativo o extranjero, ése blasfema contra el Señor, y esa persona será exterminada de entre su pueblo.

El Nuevo Testamento toma este mismo principio, y nuestro Señor menciona esto en referencia a grados de castigo eterno:

Lucas 12.47–48a “Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco.

Nuestro Señor también menciona en Mateo 10.5-15, que debido a que ciertas personas tenían un mayor conocimiento, el juicio sería más tolerable para Sodoma y Gomorra que para ellos, y la misma verdad se repite vez tras vez en las Escrituras (ver Lucas 10.12-16, etc.). El Catecismo Mayor de Westminster menciona:

CMW:150: ¿Son todas las transgresiones de la ley de Dios igualmente atroces en sí mismas y ante los ojos de Dios? No todas las transgresiones de la ley de Dios son igualmente atroces; pero algunos pecados en sí mismos, y en razón de diversos agravantes, son más atroces que otros ante los ojos de Dios.

¿Qué ocurriría si no hago distinción entre pecados?

Existiría una tendencia al Antinomianismo. Vivir la vida cristiana como si el pecado no importara y la enseñanza de la santidad será reducida. El pecado seria justificado diciendo: “Debido a que todos los pecados son iguales delante de Dios, y como todos pecamos, entonces es lo mismo si tengo un pensamiento lujurioso, veo pornografía, tengo relaciones sexuales con prostitutas o practico la homosexualidad. Porque todos los pecados son iguales”.

El no distinguir entre pecados trae consecuencias terribles para la vida de la Iglesia y hace casi imposible la práctica de la disciplina, aplicándola a pecados que no merecen o pasando por alto aquellos pecados que sí. No, la práctica de la Homosexualidad no es como cualquier otro pecado y afirmar sola y únicamente tal cosa disminuya radicalmente la enseña de la Escritura.

La práctica homosexual es como cualquier otro pecado.

Sin embargo, al mismo tiempo, la práctica de la Homosexualidad es como cualquier otro pecado. Sin embargo, nos referimos a esto solamente a dos sentidos, y ambos en relación a la salvación. ¿En qué sentido entonces es la práctica de la homosexualidad como cualquier otro pecado?:

Muertos en Pecados. En el sentido de que todos estamos igualmente descalificados para la gracia de Dios y ya sea que alguien practique la homosexualidad o sea la persona más moral del mundo, ambas personas están completamente muertas en sus delitos y pecados y a no ser que obtengan la salvación en Cristo Jesús lo único que les aguarda es la condenación eterna en el infierno.

La suficiencia del Evangelio. En el sentido de que la muerte de Cristo Jesús es suficiente para salvar a todo aquel que se arrepienta por sus delitos y pecados, ya sea que sea un asesino, mentiroso o religioso. No existe ningún tipo de persona o categoría de pecado; por el cual la muerte de Cristo en la Cruz no sea suficiente para salvarlo, si tal persona se arrepiente y tiene Fe en Cristo.

¿Cómo se relaciona Romanos 1 con Romanos 2?

Romanos 1 afirma la progresión en el pecado, sin embargo, en Romanos 2, Pablo se dirige expresamente a un público religioso judío, y menciona que, aunque ellos tenían la Ley de Dios, eran religiosos y la mayoría de ellos no habían cometido los pecados que se habían listado en Romanos 1, estaban de igual manera sin excusa delante de Dios. Esto debido a que en relación al juicio por el pecado y salvación en Cristo “Dios no hace acepción de personas” (Romanos 2.9-11).

Pablo compara los pecados de los Gentiles y Judíos, llegando a la conclusión en Romanos 3 que todos los hombres estaban bajo condenación. En relación a este punto la Confesión de Fe de Westminster, Artículo 15, párrafo 4 menciona:

CFW.XV.4: “Así como no hay pecado tan pequeño que no merezca la condenación, de la misma manera, no hay pecado tan grande que pueda traer condenación sobre aquéllos que se arrepienten verdaderamente.

¿Qué ocurriría si hago distinción entre pecados?

Caeremos en el error opuesto: Una tendencia hacia el Legalismo. En lugar del Antinomianismo reduciendo los mandatos de la santidad de Dios, caeríamos en el Legalismo, reduciendo los mandatos de la santidad de Dios al cambiarlos por obrar humanas. Es cierto que la práctica homosexual es un pecado peor que otros, pero al momento de predicar el evangelio no debemos hacer distinción entre un pecador y otro.

En muchas Iglesias Latinoamericanas verdaderamente existe una especia de homofobia disfrazada de piedad evangélica en la cual se discriminan grupos, y se les hace ver como si fueran peores pecadores que ellos. Esto no es cierto. La auto justicia legalista lleva a muchos a denigrar a otros con el fin de sentirse superiores. No, la práctica de la homosexualidad no es en este sentido, peor que otros pecados y el que practica la homosexualidad no es un peor pecador que el escribe estas líneas, aparte de la Gracia revelada en el evangelio de Cristo Jesús.

Y aunque sabemos que es el Espíritu quien atrae a los pecadores, sabemos que Él lo hace a través de los medios ordenados, y en este sentido, el hacer distinción entre pecados de esta manera no solo llevara a ahuyentar a aquellos que practican la homosexualidad de nuestras congregaciones, sino al orgullo espiritual.

Conclusión.

Debemos mantener estas dos verdades y la tensión de las mismas cuando nos referimos a la práctica de la homosexualidad. El hablar de solo una de ellas a expensa de la otra es una distorsión del evangelio mismo.

Sin embargo, en todo momento debemos recordar las palabras del Señor, en referencia a aquellos que sabían su voluntad y no la ejecutaban en relación a aquellos que no la sabían: Mateo 10.15 “En verdad les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.

Sodoma y Gomorra. Es decir, verdaderamente el juicio será más tolerable para alguien que no conoce las Escrituras y practica la homosexualidad que para uno que conoce las Escrituras, pero a pesar de eso enseña falsa doctrina, practica la inmoralidad y hace lucro del evangelio.

Si, debemos alzar nuestras voces, pero debemos tener presente esto, ¿A quién nuestro Señor (o Pablo) juzgo más duramente? ¿A aquellos Griegos y Romanos que practicaban la homosexualidad, o aquellos falsos maestros que comerciaban con el evangelio?


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