La Creación bajo amenaza: Una perspectiva bíblica sobre el cambio climático

El cambio climático es uno de los desafíos más significativos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Los efectos de este fenómeno son evidentes en todo el mundo, manifestándose a través de temperaturas más altas, patrones climáticos alterados y fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor. Ante estos eventos, muchas personas buscan orientación y respuestas en la Biblia, tratando de entender cómo las narrativas bíblicas se relacionan con la crisis ambiental actual.

El Cambio Climático y sus Efectos

El cambio climático se refiere a cambios significativos y duraderos en los patrones climáticos globales. Estos cambios pueden ser naturales, pero la mayoría de los científicos coinciden en que la actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles y la deforestación, ha acelerado este proceso.

Uno de los efectos más preocupantes del cambio climático son las olas de calor, períodos prolongados de temperaturas extremadamente altas que pueden tener efectos devastadores en la salud humana, la agricultura y los ecosistemas.

La Ola de Calor: Un Síntoma del Cambio Climático

Las olas de calor son eventos meteorológicos extremos que se han vuelto más frecuentes e intensos debido al cambio climático. Según la Organización Meteorológica Mundial, las últimas décadas han sido testigos de un aumento en la cantidad, duración e intensidad de las olas de calor en todo el mundo.

Estos eventos no solo causan incomodidad y estrés térmico, sino que también pueden ser mortales, especialmente para las poblaciones vulnerables como los ancianos, los niños y aquellos con enfermedades crónicas.

La Biblia y el Cambio Climático

La Biblia ofrece numerosas enseñanzas que pueden guiarnos en nuestra respuesta al cambio climático y sus efectos. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Escritura subraya la importancia del cuidado y la mayordomía de la creación.

El Mandato de Mayordomía

En Génesis 1:26-28, se dice: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoreé en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra».

Dios otorgó a la humanidad la responsabilidad de cuidar y administrar la tierra. Este mandato de mayordomía implicaba un uso sostenible y respetuoso de los recursos naturales, evitando la explotación y el abuso que llevaran a la degradación ambiental.

La entrada del pecado en el mundo, narrada en Génesis 3, trajo una ruptura en la relación del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación. Esta ruptura ha llevado a una explotación y degradación de la creación.

Consecuencias del Pecado sobre la Tierra

  • Maldición sobre la Tierra: El pecado trajo una maldición sobre la tierra, haciendo que el trabajo del hombre fuera arduo y que la tierra produjera espinos y cardos.
  • Explotación y Abuso: A lo largo de la historia, el ser humano ha explotado la creación de manera insostenible, resultando en deforestación, contaminación, pérdida de biodiversidad y cambio climático.
  • Desconexión y Egoísmo: El pecado ha fomentado una actitud de desconexión y egoísmo, donde la creación es vista como un recurso para ser explotado en lugar de un regalo para ser cuidado.

La Creación Gime con Dolores de Parto

“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22). Esta metáfora tiene un profundo significado teológico y espiritual en el contexto de la redención y la esperanza cristiana.

Los «dolores de parto» describen el sufrimiento actual del mundo natural debido al pecado y la corrupción. Al igual que los dolores de parto son intensos, pero llevan a un resultado positivo (el nacimiento de un niño), los sufrimientos presentes de la creación son un preludio a una transformación y renovación futuras: “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron…” (Apocalipsis 21:1).

Podemos decir que las condiciones del mundo natural actual están en declive, sin marcha atrás. Cualquier esfuerzo humano por recuperar los recursos naturales y contribuir con una mejor sostenibilidad se hará menos posible, ya que el mundo también espera esa transformación. La creación fue sujetada a la futilidad y corrupción no por su propia elección, sino debido al pecado humano. Esto significa que la naturaleza misma sufre y espera la redención que Dios ha prometido.

La Esperanza Cristiana

Así como una mujer en trabajo de parto anticipa el nacimiento de su hijo, la creación espera con ansias la redención completa y la manifestación de los hijos de Dios. La esperanza cristiana incluye no solo la redención de los seres humanos, sino también la restauración de toda la creación. La «libertad gloriosa de los hijos de Dios» implica una renovación completa donde la creación será liberada de su corrupción y sufrimiento.

En Isaías 65:17-25 se dice: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Más os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.”

La visión bíblica de un mundo nuevo incluye la promesa de la eliminación de todo sufrimiento y aflicción, incluyendo las condiciones climáticas extremas. En este nuevo mundo, Dios renovará completamente la creación.

Conclusión

El cambio climático y las olas de calor representan desafíos significativos para nuestra generación. Como cristianos, estamos llamados a ser luz en el mundo, mostrando un camino de cuidado y responsabilidad hacia la creación de Dios. La promesa de Dios de morar con su pueblo es central. Su presencia trae consuelo, curación y paz, reemplazando todas las fuentes de dolor y angustia.


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